domingo, 25 de agosto de 2019

Empanada de hojaldre con jamón y queso


Hola a tod@s ¿Qué tal lleváis el verano? Yo siento que este año me he quedado sin él pues aquí en Galicia hizo muy mal tiempo para la época en la que estamos, pero en fin, esperemos que ahora el final del verano sea más estable y caluroso.

Pues bien, por fin aquí estoy de nuevo después de más de dos meses de ausencia, la cual afortunadamente no se debió a ningún problema grave, lo que sucedió es que allá por junio estuve un buena temporadita sin teléfono y sin internet en casa, pues a pesar de  llamar a mi compañía de teléfonos repetidas veces, costó que por fin mandaran un técnico que solucionara el problema que había en el cableado. Estuvimos más de 15 días sin conexión, y lo “compensaron” con una indemnización de 84 euros, en fin, peor es nada...

A lo anterior hubo que sumarle que tuvimos los pintores en casa, y eso en una vivienda ocupada supone un trajín de mucho cuidado moviendo enseres de un lugar a otro, y a todas estas casi sin darme cuenta llegó agosto, y como es un mes en el que todo el mundo está de vacaciones, yo aunque no viajé me hice un poco la remolona, pero agosto ya toca a su fin, y ya me empieza a apetecer volver con la rutina del blog.

La receta elegida en esta ocasión es una empanada que gusta a casi todos, me estoy refiriendo a la empanada de hojaldre con jamón y queso.

Hace tiempo cuando publiqué la receta de la masa de hojaldre casera os había prometido que iría subiendo recetas con esta masa, de todos modos si no os atrevéis con el proceso de hojaldrado, podéis comprar la masa de hojaldre fresca o congelada, con lo cual la receta más fácil no puede ser, de manera que no tenéis excusa para no prepararla.

Ingredientes:

-2 bases de masa de hojaldre (ver receta aquí)
-200gr. de jamón cocido (también sirve jamón de york)
-200gr. de lonchas de queso
-1 huevo
-semillas de sésamo (opcional)

Preparación:
Pues lo primero si tenéis el hojaldre congelado, es dejarlo un par de horas en un lugar fresco para que se descongele a temperatura ambiente, después se procede igual que si se trabajase con el hojaldre fresco.

Empezamos espolvoreando un poco de harina en la encimera y colocamos una de las bases de hojaldre, espolvoreamos otra poca harina por encima de la masa, y con un rodillo la estiramos dándole la forma del molde, el cual es mejor que sea rectangular, porque desperdiciáis menos masa, y os resultará más fácil de manejar que si es un molde redondo. (Si utilizáis una base de hojaldre comprada de las que vienen ya estiradas obviad este paso)

Después colocamos esa base en la bandeja del horno sobre papel de hornear, y a continuación ponemos las lonchas de jamón, y sobre éstas colocamos las lonchas de queso, procurando dejar un margen sin nada por los bordes,  el cual pintamos con el huevo batido con la ayuda de un pincel de cocina.
Seguidamente estiramos la otra base de hojaldre y la colocamos encima. Después con la ayuda de un tenedor presionamos los bordes para que queden sellados, y a continuación pintamos toda la superficie con huevo batido  y espolvoreamos unas semillas de sésamo.

En mi caso a la base de hojaldre que queda por arriba le pasé el rodillo de enrejado, porque soy una fanática de los cachivaches de cocina y este rodillo no podía faltar en mi alacena, pero si no tenéis ese rodillo utilizad un tenedor y pinchad con él el hojaldre para que luego en el horno salga el aire del interior de la empanada y no se infle.


Por último con la empanada preparada, solo queda meterla en el horno precalentado a 180º y en unos 15 mín. aproximadamente estará hecha, retiramos del horno, y cuando enfríe la cortamos en porciones, y lista para degustarla. Es un entrante delicioso que triunfa siempre.

Pues ya para finalizar solo me resta desearos una feliz semana. Hasta pronto

domingo, 19 de mayo de 2019

Pollo asado en horno de leña


El pollo asado es de esas recetas que nunca fallan, y que gustan a casi todos. Poca gente conozco que no le guste la carne de pollo asada, haciendo memoria solo a un primo que en una ocasión que estuvo ingresado en el hospital, cuando fui a visitarlo se quejaba de que le daban mucho pollo y que él la carne de pollo no la probaba.

A mí por el contrario, y pese a que no soy muy carnívora, el pollo me gusta de cualquier manera, incluso simplemente cocido en agua, pero tengo que reconocer que cómo más me gusta es asado, y lo que más me gusta es la piel bien churrascadita y crujiente.

Hasta que hace unos años compramos un horno de leña en la localidad zamorana de Pereruela, lo preparaba en el horno eléctrico, y está muy rico, pero ahora lo preparamos siempre en el horno de leña, y tiene un sabor diferente, no sabría cómo describirlo, pero se le nota y no  solo con el pollo o las carnes en general, con las pizzas por ejemplo el resultado es espectacular.

Cuando compramos el horno de leña compramos también un recipiente para asar pollos precisamente, es como un  plato circular de barro con un saliente en la parte central, también de barro, sobre el que se coloca e el pollo sentado y  así la piel queda crujiente por todos los lados, sino la parte que tocaba la bandeja quedaba en contacto con el líquido que suelta el pollo durante la cocción y no tenía esa textura crujiente.

Ese saliente central sobre el que se asienta el pollo, es también de barro, y ya sabéis que el barro alcanza altas temperaturas, con lo cual, al ir introducido dentro del pollo, ayuda a que se haga bien por dentro.

Este asador de pollos como es de barro en su totalidad, se puede usar tanto en hornos de leña, de gas o eléctricos, e incluso en cocinas de inducción, de manera que aunque no tengáis el horno de leña, si os interesa adquirir un asador de estos o cualquier otro recipiente de barro, como también venden online, os dejo el enlace aquí.

Y sin más paso a detallaros los ingredientes que necesitáis para preparar la receta de hoy.

-1 pollo entero eviscerado
-4 patatas grandes ó 5 medianas
-1 cebolla
-sal
-1/2 limón

Preparación:

La víspera con un soplete de cocina quemamos bien cualquier resto de plumas que traiga el pollo, después lo lavamos, los secamos con un paño limpio, y por último salamos por dentro y por fuera, y lo guardamos en  la nevera hasta el día siguiente.

Al día siguiente encendemos el horno, para ello utilizamos papel de periódico arrugado, y encima de él colocamos pequeñas ramas, encendemos el fuego y cuando la leña empiece a consumirse vamos colocando troncos más grandes, pasados unos minutos, cuando veamos que el fuego está lo suficientemente avivado, cerramos la puerta con la rendija abierta y el tiro abierto, y esperamos a que se consuma toda la leña.

Cuando esté a punto de consumirse la leña, comprobamos la temperatura del horno, debe estar sobre 200º, si no la ha alcanzado añadimos algo más de leña, y después de que haya ardido toda ya estará seguramente en los 200º,  o posiblemente más.

Otra forma de saber si la temperatura del horno es la adecuada para introducir los alimentos, es comprobar que la bóveda esté blanca, pues cuando empezamos a encender el fuego se pone toda oscura por el humo, y llega un momento en que se vuelve blanca, ese es sin duda el mejor indicativo de que el horno está listo para cocinar. Ahora será el momento de extender las brasas por la base del horno, para que se caliente uniformemente, cerramos la puerta y la rendija, cerramos también el tiro, y esperamos cinco minutos.


Durante ese tiempo de espera, pelamos las patatas, las cortamos en rodajas algo gruesas y las salamos. Asimismo pelamos la cebolla.

Después colocamos dentro del pollo medio limón, y lo introducimos en el asador. En la base del mismo colocamos las cebollas y la patatas mezcladas, añadimos un  chorro de aceite de oliva virgen extra por encima, y medio vasito de agua.

A continuación apartamos las brasas del horno a un lado y colocamos el pollo dentro, en un principio cubierto con papel de aluminio para que se vaya haciendo poco a poco por dentro y no se queme la piel, después cuando veamos que al pinchar con un tenedor ya está hecho por dentro, sacamos el papel de aluminio y dejamos unos minutos más el pollo destapado dentro del horno, para que la piel termine de hacerse, y coja ese color dorado y esa textura crujiente que caracteriza a los pollos asados.

En esta ocasión el pollo tardó en hacerse unos 50 minutos, pero eso dependerá un poco del tamaño del ave. A media cocción siempre conviene darle la vuelta al asado, para que se haga por todas partes igual.
Y poco más, de esta manera tan sencilla, conseguiréis un pollo asado crujiente, doradito y delicioso, que acompañado de las patatas y una sencilla ensalada hará las delicias de los paladares más exigentes.
Si usáis un horno eléctrico o uno de gas, obviamente el procedimiento es el mismo, en torno a 200º de temperatura, y unos 50 minutos de horneado para un pollo mediano, dándole la vuelta a media cocción, y tapado con papel de aluminio hasta los 10 últimos minutos aproximadamente para que se haga bien por dentro primero, y después lo retiramos para que la piel se dore y se vuelva crujiente.

Por último, antes de terminar me gustaría dedicar la receta de hoy a Paqui Garrote, que comparte muchas de mis recetas en su grupo de facebook. Ella y su familia son los dueños de la Alfarería La Fábrica en Pereruela (Zamora), cuyo enlaces os dejé más arriba por si os interesa adquirir algún utensilio de barro para vuestra cocina. Siendo así no dejéis de contactar con ellos pues son gente muy amable, servicial y de confianza. 

Esta familia tiene también dos casas de turismo rural en esta localidad zamorana, una zona muy interesante desde el punto de vista turístico, pues no muy lejos está Fermoselle y los famosos Arribes del Duero, y la capital, Zamora, está a tan solo 15 kilómetros.

Y poco más por hoy, nos vemos dentro de unos días con una nueva receta. ¡Os espero!

Feliz semana a tod@s

sábado, 11 de mayo de 2019

Galletas craqueladas de limón


Hoy os traigo la receta de unas galletas que desprenden un increíble olor a limón, no solo recién salidas del horno, sino incluso días después, de manera que si os gusta el sabor de limón en los dulces, éstas serán sin duda unas de vuestras galletas favoritas.

Además son muy fáciles de preparar, y aunque en la mayoría de mis recetas insisto en ello, os aseguro que es cierto, no tienen ninguna dificultad, y lo más importante,  están absolutamente deliciosas.

Mañana es domingo, y un plan perfecto sería levantarse con calma y preparar un desayuno tardío, ¿os imagináis estas galletas, un vaso de café con leche y un zumo de naranja recién exprimido? pues no hace falta que os lo imaginéis, lo podéis hacer realidad siguiendo la receta que os detallo a continuación, y así disfrutar de un sano y rico desayuno en familia. 

Son también  perfectas para  sorprender a las visitas, acompañando el café con estas deliciosas galletas, o bien para regalar cuando seáis vosotros mismos los que vayáis de visita, será un rico y original detalle que os agradecerán seguro.

Pues vamos con la receta sin más demora

Ingredientes (salen unas 55 galletas aproximadamente):
-5 huevos medianos
-150gr. de mantequilla a temperatura ambiente
-200gr. de azúcar
-ralladura de 3 limones
-zumo de 2 limones
-675gr. de harina con levadura incorporada (o bien harina normal y un sobre de levadura royal)
-una pizca de sal
-azúcar glas

Elaboración:
Para preparar estas galletas utilizo la batidora eléctrica de varillas, al principio con las varillas de batir, y luego con las de amasar.

Primero echo en la cubeta de la batidora los huevos, el azúcar y una pizca de sal, y se bate durante unos minutos hasta que el azúcar esté totalmente disuelto y los huevos hayan doblado el volumen. En ese momento añadimos la mantequilla a temperatura ambiente cortada en daditos pequeños y seguimos batiendo un par de minutos. A continuación añadimos la ralladura y el zumo de limón, y batimos unos minutos más.

Finalmente añadimos la harina en dos tandas, primero la mitad y batimos hasta que esté bien integrada en la mezcla, y luego retiramos las varillas de batir y colocamos las de amasado y añadimos la otra mitad de la harina, amasamos bien durante unos cinco minutos aproximadamente, y luego guardamos la masa de las galletas en la nevera durante 12 horas. Yo suelo amasar las galletas el día anterior por la noche, guardo la masa en la nevera hasta la mañana del día siguiente, y luego ya solo queda hornearlas, para ello primero precalentamos el horno a 200º con calor arriba y abajo, y mientras el horno se caliente hacemos pequeñas bolitas de masa con las manos, las rebozamos en azúcar glas, las colocamos en la bandeja sobre papel de hornear, (bien separadas unas de otras porque luego en el horno crecen bastante) 

Después ponemos la bandeja en la parte central del horno, y dejamos que se hagan durante 10 ó 12 minutos, o hasta que obtengan un ligero color dorado por arriba. En ese momento retiramos la bandeja del horno, y las colocamos sobre una rejilla para que enfríen.

Con estas cantidades salen bastantes galletas, de manera que si queréis hacer menos cantidad, podéis reducir los ingredientes a la mitad, de todos modos las que no degustéis en el momento, las podéis guardar en una lata hermética donde se conservan varios días.

Y hasta aquí la receta de hoy. Espero que os haya gustado. Dentro de unos días nos vemos de nuevo con una nueva propuesta.

Gracias por leerme. ¡Feliz domingo!

viernes, 3 de mayo de 2019

Chuletitas de cordero lechal a la brasa



Para dar la bienvenida a mayo, el mes de las flores, elegí una receta exquisita, festiva, y tan sencilla que casi no tiene más elaboración que el trabajo de encender el fuego y esperar a que haya brasa, porque vamos a preparar unas chuletitas de cordero a la brasa, una opción ideal para festejar por ejemplo el próximo domingo el día de la madre.

Este tipo de recetas son ideales para preparar al aire libre, y ahora que ya empieza a hacer buen tiempo, es la época perfecta para ello. Además las reuniones en torno las brasas asando carne, son muy entretenidas, pues mientras uno se encarga de hacer y mantener el fuego, otro se encarga de preparar una ensalada para acompañar el asado…,  y finalmente, cuando en la hoguera hay rescoldo, se echa la carne, y entre todos se decide cuando está en el punto para empezar con el festín, de modo que como quien no quiere la cosa, entre conversaciones, risas, alguna copita de vino y algún aperitivo para preparar el paladar, tenemos listas unas chuletas de cordero a la brasa que os aseguro que están para chuparse los dedos, ¿Lo dudáis? Haced la prueba. 

Para ello vais a necesitar los siguientes ingredientes:

-Chuletas de cordero
-Aceite de oliva virgen extra
-Perejil picado
-Sal en escamas
Para acompañar
-Patatas fritas, pimientos asados, ensalada de tomate y lechuga, etc.

Preparación:

En primer lugar conviene decir que el resultado final, como sucede casi siempre, depende de la calidad de la materia prima, en este caso el cordero, salvo eso, lo demás casi os cuento en la introducción de la receta cómo se prepara, pues no hay más que encender el fuego, irlo alimentando hasta que haya brasas y en ese momento las expandimos uniformemente y colocamos las chuletitas sobre la parrilla.

Es ideal disponer de una parrilla de las que tienen rejilla doble y la carne queda colocada en medio, porque así cuando veamos que las chuletitas están hechas por un lado, le damos la vuelta a todas de golpe, sino al ser tan pequeñas, tardaríamos más tiempo y no se harían todas igual.

Como os decía, cuando veáis que las chuletitas estén hechas por un lado, lo cual tardarán unos 3 ó 4 minutos, le dais la vuelta por el otro y después las emplatamos, espolvoreamos por encima sal en escamas, y  acompañamos por ejemplo de una ensalada básica de lechuga, tomate y cebolla, o bien como hice yo en esta ocasión  que las acompañé de unas patatas fritas y unos pimientos asados también a la brasa.

Opcionalmente podéis aliñar las chuletitas por encima después de salir del fuego con un majado hecho en el mortero con una pizca de perejil fresco picado, una pizca de sal en escamas, dos dientes de ajo, y aceite de oliva virgen extra, aunque yo en esta ocasión utilicé chuletas de cordero lechal, que de por sí es una carne muy tierna y jugosa, y decidí no ponerle ningún aliño, simplemente al sacarlas del fuego le espolvoreé sal por encima y nada más, porque cuando el producto es de calidad, se cumple la premisa de que menos es más, pues se perciben más los sabores genuinos.

Bueno, pues en espera de que mi propuesta de hoy sea de vuestro agrado, me despido hasta la próxima. Como siempre os digo, gracias por leerme.

Feliz fin de semana

martes, 23 de abril de 2019

Monas de Pascua 2019


Las fiestas de Pascua este año ya tocan a su fin, los días principales fueron ayer lunes, y sobre todo el domingo, que es cuando la tradición manda que los padrinos entreguen las famosas monas a los ahijados.

Yo muy a mi pesar no tengo ahijados, lo que sí tengo es varios  niños en la familia y en el vecindario, y me gusta tener un detalle con ellos en estas fechas.

Al ser varios,  suelo rellenar una cestita con una mezcla de chocolatinas y chuches, luego la envuelvo con papel de polipropileno, la adorno con un lazo y algún motivo de Pascua, y luce igual de bonita ó más que muchos huevos de chocolate que venden a un precio desorbitado teniendo en cuenta la escasez del contenido y la mala calidad del chocolate.

A continuación os dejo las fotos de las cestitas que preparé este año,  y también de las Roscas de Pascua que es lo que tradicionalmente regalan aquí en Galicia por estas fechas los padrinos a los ahijados, y que viene siendo como un Roscón de Reyes pero adornado con pollitos, plumas de colores y otros motivos de Pascua.

Este año como novedad también hice un Tronco de Primavera, que no es más que un brazo de gitano, relleno en este caso con nata, cubierto con chocolate fundido, y adornado con detalles  propios de estas fechas: nidos, pollitos, flores, mariposas, conejitos, etc.

 Espero que estas fotos os den ideas para el próximo año, aunque si tenéis ahijados aun estáis a tiempo de cumplir con la tradición este mismo año, pues en algunos pueblos todavía se celebra la Pascua el domingo siguiente al de Resurrección, y aquí en una localidad cercana celebran todos los años el martes de Pascua, vamos que están hoy de fiesta ;)

Al hilo de esto, me viene a la memoria una estrofa que le escuché muchas veces a mi padre, y él a su vez se la escuchó a su madre, a mi abuela María, decía así:

“Domingo de San Lázaro, maté un pájaro,
domingo de Ramos, los pasé por los baños,
domingo de Pascua, lo pasé por el ascua
y domingo de Pascuantilla, lo pasé por la gargantilla…”

Vendría a hacer referencia, a que las fiestas de Pascua se clausuran el domingo siguiente al de Resurrección.

Y ya que hice mención a ellos, le dedico la entrada de hoy a mi adorado padre, y a mis abuelos paternos, Eduardo y María. 








Y con las fotos termino por hoy, espero que os hayan gustado, y os emplazo para dentro de unos días, con una nueva receta. Estad atent@s

Un beso. Gracias por leerme.

viernes, 19 de abril de 2019

Pan para torrijas


En el anterior post os había  dicho que si me daba tiempo subiría la receta de las torrijas de vino y miel, tan típicas de estas fechas, sobre todo en el sur de España, y la verdad es que aunque no voy bien de tiempo, si que preparé torrijas, pero en casa me las pidieron de leche, más típicas de aquí del norte, de modo que las de vino y miel quedan para otra ocasión.

La receta de las clásicas torrijas de leche la podéis ver pinchando aquí, y hoy lo que sí os dejo es la receta del pan para torrijas.

Es un pan con una miga compacta y consistente, que lo hace ideal para emplear en esta receta, pues absorbe mucho  más líquido y no se deshace, con lo cual logramos una torrija mucho más jugosa. Os aseguro que si probáis a preparar las torrijas con este pan no volveréis a utilizar otro.

Actualmente en muchos establecimientos ya venden un pan especial para torrijas, con las características que os acabo de describir, pero cobran lo que no está escrito por él, y con la fácil que es de preparar en casa no os aconsejo que lo compréis. Además lo casero es mucho más sano y natural.

Os dejo con la receta por si os animáis.

Ingredientes:

-300gr. de harina de fuerza
-180ml. de leche entera
-1 huevo
-1 cucharadita de azúcar
-una pizca de sal
-12gr. de levadura fresca ó 5g. levadura seca  de panadero

Preparación:

Echamos en la cubeta de la panificadora la leche, el huevo, el azúcar, la sal, la harina y la levadura, por ese orden. Seguidamente seleccionamos el programa de amasado con fase posterior de levado, que en mi máquina es el número 7 y tiene una duración de 1 hora y 30 minutos, de los cuales  los primeros 20 minutos son de amasado y los restantes son de levado.

Una vez finalizado el programa, encendemos el horno a 200º con calor arriba y abajo, y mientras se calienta, retiramos la masa de la cubeta, la desgasificamos y la echamos en un molde rectangular tipo bundt cake, después la introducimos en el horno, en la parte central, durante aproximadamente 45 minutos (dependerá un poco de cada horno)

Si vemos que se dora mucho por la parte de arriba, colocamos encima un trozo de papel de aluminio, y continuamos con la cocción.

Sabremos que el pan está hecho por dentro si al pinchar con un palillo, éste sale limpio. En ese momento retiramos el pan del horno y lo colocamos sobre una rejilla hasta que enfríe. Después cortamos en rebanadas de 1,5 cm. aproximadamente y guardamos en una panera hasta el día siguiente para que el pan se ponga algo duro.

Esto último ni siquiera es obligatorio, pues es un pan de miga compacta que incluso horneado del día se podría emplear para hacer las torrijas, pero si no tenéis prisa, lo mejor es dejarlo de un día para otro.

Por supuesto que este pan también se puede amasar a mano, no tiene ninguna complicación, para ello echáis en un cuenco el huevo ligeramente batido, la leche, la sal y el azúcar. Mezclamos bien con una espátula de madera para que se disuelva la sal y el azúcar y a continuación echamos la levadura y la harina en dos ó tres tandas, ayudándonos al principio de la espátula de madera, y luego cuando la masa ya sea más consistente, seguimos amasando con las manos hasta formar una bola. 

Después colocamos esta bola en un cuenco (el cual habremos espolvoreado un poco de harina en el fondo para que luego no se pegue la masa abajo cuando la vayamos a retirar), tapamos con un paño de cocina y esperamos a que doble el volumen. 

Cuando la masa haya crecido hasta doblar volumen,  desgasificamos, echamos en un molde rectangular y horneamos durante aproximadamente 45 minutos a 200º con calor arriba y abajo en la parte central del horno.

Podéis creerme que me resulta más latoso redactar la receta que elaborar el pan, con eso ya os lo digo todo, así que la próxima vez que hagáis torrijas animaros a prepararlo veréis como quedáis encantados con el resultado.

Bueno, pues termino por hoy, el domingo ó el lunes volveré para enseñaros las fotos de las Monas de Pascua que preparé estos días.

Os espero. Mientras sed muy felices.

domingo, 14 de abril de 2019

Bacalao dorado (Bacalhau à Brás)


A pesar del tiempo transcurrido desde la anterior entrega, no me he olvidado de vosotros ni del blog, lo que ocurre es que últimamente ando un poco mal de tiempo, pero después de Semana Santa a ver si me organizo mejor y puedo retomar la actividad  habitual en el blog y la visita a mis blogs de cabecera. No prometo nada porque me conozco, pero lo intentaré :)

Por lo de pronto hoy os traigo una receta muy rica, típica de la cocina portuguesa, que utiliza como ingrediente principal, el bacalao, un ingrediente que cobra especial protagonismo en nuestras mesas estos días, y aunque de cualquier forma que lo preparemos está rico, siempre resulta más apetitoso si variamos la preparación, de manera que en esta ocasión os propongo esta receta. Para prepararla necesitaréis los siguientes

Ingredientes:

-400gr. de bacalao salado desmigado (migas de bacalao)
-2 cebollas medianas
-4 patatas grandes
-8 huevos medianos
-un puñado de aceitunas negras
-perejil fresco picado
-pimienta recién molida
-una pizca de sal
-aceite de oliva virgen extra de la mejor calidad

Preparación:

En primer lugar pelamos la patatas, y las cortamos en bastoncitos, como si fuesen para freír, pero muchísimos más finitas. Para ello yo utilizo el rallador de queso, por la parte que tiene los agujeros más grandes, sino también lo podéis hacer a mano, pero insisto que deben quedar muy finitas, como palillos para que os hagáis una idea.

Una vez cortadas las patatas las echamos en un cuenco grande con agua muy fría (podéis añadirle unos cubitos de hielo al agua) para que suelten el almidón, y que luego el revuelto que vamos a hacer no quede como una papilla.

Una vez bien lavadas, las echamos en un escurridor para que suelten todo el agua que les queda.

Seguidamente ponemos una olla plana o una sartén al fuego, añadimos aceite de oliva  y cuando el aceite esté caliente freímos las patatas por tandas, una vez fritas las patatas las retiramos a un plato y reservamos. En el mismo aceite de freír las patatas echamos la cebolla, y cuando hecha la cebolla, retiramos el exceso de aceite, y añadimos el bacalao desmigado y desalado, rehogamos bien y dejamos hacer durante unos minutos a fuego bajo. Cuando veamos que el bacalao ya está hecho, añadimos una pizca de pimienta negra recién molida, removemos bien, y añadimos las patatas, mezclamos todo.

Aparte echamos los huevos en un cuenco, añadimos una pizca de sal, y batimos bien. Seguidamente los echamos a la mezcla de patatas, cebolla y bacalao, y removemos como si fuésemos a preparar un revuelto.

Después emplatamos, espolvoreamos con un poco de perejil picado, y adornamos con unas aceitunas negras.

Como veis, es una preparación del bacalao bien sencilla, y a la vez deliciosa. 

Como os dije más arriba, este plato es típico de Portugal, donde se conoce como bacalado dorado, por el color amarillo que le otorgan los huevos, o bien como bacalao á Brás, en honor a su inventor, un mesonero lisboeta.

Pues nada, espero que os haya gustado la receta de hoy. Según vaya de tiempo, os subiré la receta de las torrijas de vino y miel, y las fotos de las Monas de Pascua  2019, que prepararé estos días como viene siendo habitual en los últimos años.

Si queréis ver otras recetas con bacalo que tengo publicadas en el blog os dejo el enlace a continuación.


Un beso a tod@s. Gracias por leerme.

domingo, 10 de marzo de 2019

Fondant casero de nubes (marshmallows)



Una de las cosas que me planteé cuando empecé con el blog, es si un día se me agotarían las recetas, pero ese temor a día de hoy no existe, al contrario, hoy me pregunto si me quedará vida para publicarlas todas, pues ya en la carpeta de borradores tengo un montón, y una de  ellas es la receta de hoy: el fondant casero de nubes.

Tengo varias recetas de tartas y de galletas decoradas con él y creo que antes de publicarlas, lo que procede primero es que os cuente cómo preparo el fondant, por aquello de empezar por el principio, así que vamos a ello

Ingredientes:

-nubes blancas de azúcar (marshmalows)
-el doble de azúcar glas que de nubes (del comprado porque tiene incorporado almidón)
-1 cucharadita de agua
-colorantes alimentarios (preferiblemente en gel)
-mantequilla
-aromas alimentarios (opcional)

Preparación:

Untamos con mantequilla un cuenco apto para microondas, echamos en él los marshmalows, junto con unas gotas de aromatizante si queréis darle algún aroma concreto, y una cucharadita de agua, y lo llevamos al microondas por intervalos de 30 segundos.

En cada uno de los intervalos, retiramos el cuenco del microondas, removemos bien con una espátula de madera, y volvemos a introducir hasta que esté todo disuelto.

Seguidamente pasamos el azúcar por un colador para que no lleve grumos y lo vamos agregando poco a poco al cuenco de los marshmallows removiendo primero con la espátula de madera, y luego cuando se va convirtiendo en una pasta manipulable con las manos, nos untamos éstas con un poco de mantequilla, echamos un poco de azúcar glas en la encimera de la cocina, y seguimos amasando y añadiendo azúcar hasta que consigamos formar una bola que no se pegue a las manos.

Cuando hayamos terminado de amasar, lo cubrimos con papel film y lo guardamos en el frigorífico durante al menos 4 horas.

Transcurrido el tiempo de reposo en el frigorífico, dividimos el fondant en tantas partes como colores deseemos obtener, y para teñirlo utilizamos colorantes en gel de los colores elegidos (yo utilizo siempre los de wilton que dan muy buen resultado) añadiéndolos poco a poco con la punta de un palillo, y amasando bien hasta conseguir la tonalidad deseada y un color homogéneo (al principio cuesta algo, pero con un poco de paciencia se consigue)

Y ya tenemos nuestro fondant listo para usar y dar rienda suelta a la imaginación en tartas, galletas, etc.

Pues nos vemos dentro de unos días. Mientras que seáis muy felices. 

Un abrazo

jueves, 7 de marzo de 2019

Roquillas fritas de Carnaval




La receta de rosquillas que os traigo hoy, y otra de cocido con botelo que tengo pendiente, tenía pensado publicarlas en las fechas previas al carnaval, porque ambas son típicas de esta época del año aquí en Galicia, sin embargo por problemas de salud no lo he podido hacer.

Claro que eso no me hubiera ocurrido si las hubiera editado con tiempo para dejarlas programadas, como bien me aconsejó una buena amiga, pero no lo hice y ahora de nada sirve lamentarse.

Lo que me ha pasado no ha sido nada grave, ni nada nuevo, ha sido una vez más la alergia... La parte buena es que  poco a poco me estoy sintiendo mejor, que la verdad ya tocaba, porque han sido muchos días con molestias, pero hoy en concreto la mejoría ha sido clara, así que por fin os traigo la receta de estas ricas rosquillas de anís. 

Por otra parte aun estáis a tiempo de prepararlas, porque que si bien los principales días del carnaval ya pasaron, en muchos pueblos, al menos en Galicia, se celebra el fin de semana posterior al miércoles de ceniza, el conocido como sábado y domingo de piñata, que es lo que pone el verdadero punto y final  a estas fiestas. En todo caso se comen aunque no sea carnavales, que nada lo impide y bien ricas que están, así que vamos ya con la receta

Ingredientes

-4 huevos(*)
-12 cucharadas de aceite de oliva suave
-12 cucharadas de leche entera
-12 cucharadas de licor de anís
-12 cucharadas de azúcar
-6 gotas de esencia de anís (yo la compro en la farmacia, porque es más intensa que la que venden en los supermercados, pero hay que tener cuidado de no pasarse con la cantidad)
-harina de repostería (la que admita)
-1 sobre de levadura química Royal
-una pizca de levadura seca de panadería(**)
-cáscara de dos limones ó dos naranjas (sin nada de parte blanca)
-una pizca de sal
-aceite de oliva suave para freír
-azúcar glas para decorar

(*) En esta receta se utilizan 3 cucharadas de aceite de oliva suave, 3 de leche entera, 3 de licor de anís, y 3 de azúcar, por cada huevo que empleemos.

(**) La levadura seca de panadería es un truco que yo utilizo porque me encanta la textura que le aporta a las rosquillas, pero tenéis que emplear muy poquita cantidad, ese es el secreto para que el resultado sea el esperado, porque cuánta más cantidad de levadura de panadería empleéis, más se resecan luego las rosquillas

Preparación:

En primer lugar debemos medir el aceite y ponerlo en una sartén al fuego junto con una cáscara de limón ó de naranja y dejarlo hasta que ésta se dore, en ese momento se apaga el fuego, se retira la cáscara de limón, y se deja enfriar el aceite.  

Lo de freír el aceite es para sacarle el sabor a crudo, y lo de añadir la cáscara de limón es para aromatizarlo.

Mientras el aceite enfría, batimos los huevos en un cuenco junto con el azúcar, añadimos la leche, el licor y la esencia de anís, el aceite ya frío, y una pizca de sal. Batimos bien toda esta mezcla y después vamos añadiendo harina floja de repostería en pequeñas tandas, ayudándonos primero de una espátula de madera, y luego con las manos. 

Después de añadir la primera tanda de harina añadimos también el sobre de levadura royal y una pizquita de levadura seca de panadero, mezclamos bien y luego seguimos añadiendo harina según nos vaya pidiendo la masa. Al final tiene que quedarnos una masa que se despegue de las paredes del cuenco pero que aun se pegue algo a las manos.

En ese momento dejamos de añadir más harina, lavamos las manos y las untamos en aceite, así como la encimera de la cocina, y volcamos en ella la masa. La seguimos trabajando con las manos durante unos minutos más. Después la dejamos reposar durante una hora.

Transcurrido el tiempo de reposo ponemos una cazuela con aceite al fuego, añadimos en él la cáscara del otro limón para aromatizarlo, y mientras el aceite coge temperatura vamos cortando porciones de masa del tamaño de una nuez. 

Retiramos la cáscara de limón cuando esté dorada, y cogemos una porción de masa entre las manos, con el dedo índice formamos un agujero que vamos agrandando, y cuando tengamos la rosquilla hecha, la echamos en el aceite, dejamos dorar por un lado, luego por el otro, retiramos a un plato sobre papel absorbente, y continuamos haciendo todas las rosquillas hasta terminar.

Después de que hayan enfriado, las espolvoreamos ligeramente con azúcar glas, y las guardamos en una caja o en una lata hermética y se conservan durante unos días en perfecto estado.




Bueno, pues animaros a prepararlas, os aseguro que están de vicio.

Y hasta aquí la entrada de hoy. Si nada me lo impide, volveré pronto con la receta del cocido con botelo, pues aunque el carnaval para entonces estará definitivamente clausurado, hace mucho frío estos días aquí por el norte (después de haber disfrutado de un mes de febrero primaveral), así que aun apetece un buen cocido.

Gracias por seguirme. Que seáis muy felices.

jueves, 14 de febrero de 2019

Crema de calabaza

Por fin he podido sentarme delante del ordenador y redactar una nueva entrada. Ha sido un poco más tarde de lo previsto debido a una recaída de la gripe, pero lo importante es que aquí estoy, y vengo con una receta que seguro que la mayoría la conocéis de sobra, pero como todavía no la tenía en el blog, hoy le tocó su turno.

Lo curioso es que tengo recetas en la carpeta de borradores, esperando salir a la luz, desde hace casi dos años, y de repente el otro día mi prima y vecina, Josefa, me enseño en el móvil la foto de una crema de calabaza que había preparado en su casa días atrás, y me entró antojo de ella, así que en cuanto tuve oportunidad allá me fui al supermercado a comprarme una hermosa calabaza para prepararla, y como las dos últimas recetas que he publicado en el blog han sido dulces, creí que ya tocaba algo salado, así que le saqué una foto y aquí va la receta, espero que os guste

Ingredientes:

-1 kg. de calabaza cacahuete (curcubita moschata)
-2 patatas medianas
-1 cebolla grande ó 2 medianas
-3 dientes de ajo
-2 zanahorias
-Caldo de ave o de verduras
-sal
-aceite de oliva virgen extra
-150ml. de nata líquida
-pimienta recién molida
-pipas de calabaza, picatostes... (opcional)

Preparación:

Comenzamos poniendo una olla al fuego y cubrimos el fondo de la misma con aceite de oliva virgen extra. A continuación añadimos la cebolla y la zanahoria peladas y picadas, los ajos pelados y cortados por la mitad (sin el germen interior) y rehogamos todo junto unos minutos removiendo de vez en cuando.

Mientras se rehoga la verdura de la olla, lavamos, pelamos, retiramos las semillas y picamos en trozos medianos la calabaza. Para esta receta yo siempre uso la conocida como calabaza cacahuete (curcubita moschata)

Cuando las verduras estén tiernas, añadimos a la olla la calabaza y rehogamos todo junto unos minutos más. Después añadimos las patatas cortadas en trozos, salamos, y añadimos el caldo de ave ó verduras hasta cubrir, luego lo dejamos al fuego hasta que al pinchar las patatas y la calabaza con un tenedor notemos que están hechas. En ese momento apagamos el fuego, trituramos con la batidora, y luego rectificamos de sal y echamos un poco de pimienta recién molida. 

Removemos bien con una espátula para mezclar, y comprobamos que no queda ningún trozo sin triturar, y luego lo devolvemos al fuego un par de minutos hasta que veamos que empiezan a salir burbujas (sin que llegue a hervir), apagamos el fuego y ya tenemos nuestra crema de calabaza lista para servir. 

Cuando la sirvamos echamos en cada plato un hilo de nata líquida y opcionalmente también unas unas gotas de aceite de oliva virgen extra, unas pipas de calabaza, unos picatostes... Además de resultar más atractiva a la vista, sientan muy bien al paladar, y hacen de esta crema un plato aun más apetecible.

El secreto de esta crema de calabaza, y de cualquier crema de verduras en general, radica en rehogar bien las verduras, emplear un caldo de verduras o de ave (mejor que agua del grifo) y por supuesto en emplear un buen aceite de oliva virgen extra. Haciéndolo así el éxito está asegurado.

Y poco más por hoy, sólo me queda despedirme hasta dentro de unos días que volvamos a vernos con una nueva receta. Mientras sed muy felices.

Un saludo