viernes, 30 de noviembre de 2018

Detalles para invitados 2018


Como viene siendo habitual últimamente, he tardado más de lo que tenía pensado en publicar contenido en el blog,  y sigo sin devolver las visitas a los blogs amigos, lo cual me hace sentir mal conmigo misma. Afortunadamente nada malo ha pasado en mi vida ni en mi entorno en este tiempo, simplemente los días son tan cortos en esta época del año, y tengo tantas cosas que hacer, que no me llega el tiempo a nada.

Antes tenía un ritmo de publicaciones en el blog que iba manteniendo sin ningún esfuerzo, pero desde que el año pasado me registré en facebook y en intagram (sí..., habéis leído bien, todavía el año pasado..., y casi por obligación!!!) siento que ahora me cuesta mucho mantener el ritmo de las publicaciones, y no es porque haya perdido la ilusión por el blog, todo lo contrario, pero es como si no abarcara todo, y eso me produce una especie de frustración. No quiero darme de baja de las redes sociales, porque eso  supone perder el contacto con mucha gente, tardé en sucumbir a las mismas, pero ahora me pregunto cómo he estado tanto tiempo viviendo de espaldas a ellas... A ver cómo lo voy compaginando todo, ahora que pronto llegan las navidades y el cambio de año, para el 2019 mi principal propósito va a ser mantener la regularidad en las publicaciones y en el contacto con mis colegas. 

En realidad no quiero esperar al próximo año, debo empezar ya a ponerme las pilas, porque se acercan las fiestas y antes hay una serie de recetas que me encantaría compartir con todos vosotros, pero primero, y dado que el blog para mí, además de una ventana al mundo, es también un cuaderno de bitácoras,  deseo dejar constancia en el mismo de los detalles para invitados que preparé para agasajar a los padres de dos niño que se bautizaron en este año 2018.

Uno fue Fabio, el hijo de Noelia y Roberto, que es un familiar lejano nuestro, y con el que tenemos buena relación. Fabio recibió las aguas bautismales el 17 de marzo. En este caso preparé unos saquitos en cuyo interior iban unas galletas y unos bombones. Para envolverlos utilicé papel seda de color banco y celeste.

Así es cómo quedaron.



Más recientemente fue Adan, el hijo de nuestros vecinos Vanesa y Jesús Manuel, el que reunió a sus familiares con motivo de su bautizo. Fue el pasado domingo, 25 de noviembre, y en esta ocasión opté una vez más por botes de mermelada de diferentes sabores (albaricoque, nectarina y ciruela roja) que preparé yo misma este pasado verano. 

Para la presentación utilicé unas bolsitas rígidas y transparentes, para que permitiesen ver el contenido, y las adorné con rafia de color celeste y la correspondiente etiqueta con el nombre del niño y la fecha del bautizo.

Así fue cómo quedaron.




Como siempre os digo, si tenéis algún evento de este tipo a la vista,  y os animáis a preparar vosotros mismos en casa estos detalles para obsequiar a los invitados, espero que la entrada de hoy os pueda servir para sacar ideas. En todo caso se queda aquí guardada para el recuerdo, como las de años anteriores que podéis ver pinchando en los siguientes enlaces:


Para finalizar por hoy, solo me resta desearles a Fabio y a Adan toda la felicidad del mundo, y a sus padres salud y suerte para educarlos y verlos crecer convertidos en personas de bien en la edad adulta. Con ese deseo me despido por hoy.

Dentro de unos días volveré con una receta navideña. Os espero

Feliz fin de semana

domingo, 11 de noviembre de 2018

Tarta de números de crema pastelera y nata


El pasado 10 de julio cumplió 2 añitos mi primita Mariña, una niña preciosa a la que quiero con locura. Para celebrarlo le preparé una tarta cuya receta os muestro hoy.

Es una tarta de números tan de moda últimamente, y muy facilita, no me he complicado mucho. Para la base utilicé un bizcocho genovés, y para el relleno empleé crema pastelera y nata montada.

Os indico ya los ingredientes y el proceso de elaboración.

Ingredientes:

Para el bizcocho (utilicé el molde de Lekué  de números)
-6 huevos
-200gr. de azúcar
-150gr. de harina

Para la crema pastelera
-500ml. de leche entera
-3 yemas de huevo
-125gr. de azúcar
-40gr. de maizena
-1 vaina de vainilla

Para la nata montada
-500ml. de nata de montar con 35,1% M.G.
-150gr. de azúcar
-2 cucharadas soperas de queso mascarphone (opcional)

Para la decoración
-Flores comestibles, lacasitos, guindas en almíbar, etc.

Preparación:

La víspera preparé el bizcocho, para la cual utilicé la thermomix y seguí los siguientes pasos

1-Introducir la mariposa en las cuchillas y añadir al vaso los huevos y el azúcar. Programar  6min./ 37º/ velocidad 3,5
2-Programar de nuevo el mismo tiempo a la misma velocidad sin temperatura
3- Retiramos la mezcla a un bol e incorporamos la harina tamizada con ayuda de una espátula y con movimientos envolventes, para que no pierda aire.

Para hacer el bizcocho por el método tradicional tenéis que separar las yemas de las claras. Añadimos la mitad del azúcar al recipiente de las yemas y batimos hasta que blanqueen y dupliquen el volumen. A las claras le añadimos la otra mitad del azúcar y las batimos a punto de nieve hasta conseguir un merengue firme (sabemos que están en el punto exacto cuando al poner el cuenco boca abajo no cae el contenido)

Seguidamente vamos añadiendo las claras montadas al cuenco de las yemas, en pequeñas cantidades de cada vez, y con movimientos envolventes. Después con una espátula, añadimos poco a poco la harina previamente tamizada, también con movimientos envolventes para que no pierda aire y no baje.

Una vez preparada la mezcla del bizcocho la echamos en un molde engrasado y enharinado, lo llevamos al horno previamente calentado a 180º con calor abajo los primeros 10 minutos, y luego calor arriba y abajo hasta que esté hecho. Después dejamos enfriar, desmoldamos y reservamos.

La víspera también preparé la crema pastelera, para ello reservamos medio vaso de leche, y la restante la colocamos al fuego junto con la vaina de vainilla cortada por la mitad. Cuando levante el hervor retiramos del fuego y dejamos enfriar para que la leche infusione y coja todo el aroma de la vainilla.

Cuando la leche esté fría, la colamos y luego añadimos el azúcar, removemos y la ponemos de nuevo al fuego (si utilizáis el mismo recipiente de antes tenéis que lavarlo para que la leche no se agarre a las paredes al hervir) Mientras a la leche que teníamos reservada le añadimos las yemas bien batidas y la maizena, mezclamos bien y cuando la leche que tenemos al fuego rompa a hervir bajamos la intensidad del fuego, añadimos esta mezcla y esperamos a que espese sin dejar de batir con unas varillas. Cuando haya espesado retiramos del fuego y cubrimos con papel film para que no se cree una costra por arriba. Dejamos que enfríe, la echamos en una manga pastelera con boquilla redonda y la guardamos en el frigorífico hasta el momento de utilizarla.

Por último nos queda montar la nata, para lo cual os aconsejo que le añadáis dos cucharadas soperas de queso mascarpone, porque no altera su sabor y queda mucho más  firme.

Para montarla echamos la nata y el queso (opcional) en un recipiente muy frío (yo lo pongo unos minutos antes en el congelador) y batimos con unas varillas durante un par de minutos, luego añadimos el azúcar glas poco a poco y continuamos batiendo hasta que esté montada. Después la echamos en una manga pastelera con boquilla redonda y reservamos.

El siguiente paso es rellenar el bizcocho, para ello lo cortamos por la mitad, colocamos una de las mitades en una bandeja sobre blonda decorativa y rellenamos con la crema pastelera, cubrimos con la otra mitad del bizcocho, y cubrimos con la nata montada.

Luego por encima para decorar empleé flores comestibles, grageas de chocolate (lacasitos en mi caso), guindas en almíbar rojas y verdes, y cerezas frescas que por aquel entonces todavía quedaban en el mercado y ese día tenía en casa.

Al final creo que quedó muy bonita, ¿vosotros qué opináis? Lo importante es que gustó mucho.

Deciros que en esta ocasión decidí no bañar el bizcocho en almíbar, porque se la llevé por la mañana y era para tomar por la noche, y como la tenían que guardar en el frigorífico por ser verano y además  tanto la crema pastelera como la nata le aportan humedad al bizcocho, quedó en su punto, ni seco ni demasiado húmedo.

Bueno pues antes de terminar y dado que algunos os interesasteis por mi ausencia, deciros que en esta ocasión no ha sido por nada malo, sino por un cúmulo de cosas pero ninguna de importancia: un viaje relámpago a Londres, obras en la finca, a veces la alergia que padezco que me da un mal día, y luego cierta vaguedad debo reconocer que también hubo, pero a ver si retomo el ritmo de una vez por todas que la Navidad ya está a la vuelta de la esquina.

Gracias a todos los que me seguís. Nos vemos pronto, espero... Hasta entonces sed muy felices.

Un saludo.