martes, 4 de abril de 2017

Potaje de vigilia


Finalizada la caja de antibióticos, con mi garganta ya por fin recuperada, y en espera de que esta vez sea de dura, porque con la primavera  plenamente instalada y la llegada del buen tiempo, no apetece estar tomando cosas calientes a todas horas. Además ahora que está la Semana Santa a la vuelta de la esquina, me apetece participar de las tradiciones propias de estas fechas, que en lo que a gastronomía se refiere pasa por las famosas torrijas en todas sus versiones, y el plato que hoy os presento: el potaje de vigilia.

Este potaje se servía los viernes de Cuaresma en nuestro país por la prohibición religiosa de comer carne en este período. Fruto de esa prohibición surgió este plato tan arraigado en nuestra cultura gastronómica, que tiene como ingredientes estrella el bacalao, los garbanzos y la verdura, generalmente espinacas aunque también hay quien emplea acelgas.

Es por tanto un plato muy completo desde el punto de vista nutricional, reúne hidratos de carbono, fibra vegetal, proteínas y vitaminas del grupo B y C.

Además de sano, de sabor está riquísimo, y su elaboración es muy sencilla. Para empezar necesitáis los siguientes

Ingredientes

-400gr. de bacalao desalado y desmenuzado
-500gr. de garbanzos cocidos
-400gr de espinacas frescas
-1 cebolla
-3 dientes de ajo
-120gr. de aceite de oliva virgen extra
-1 cucharada de pimentón dulce
-1 litro de agua
-1 hoja de laurel
-3 huevos duros
-1 rebanada de pan del día anterior
-sal

Preparación:

Yo en esta ocasión he utilizado garbanzos cocidos, para abreviar un poco el tiempo. Si hacéis lo mismo y los vais a emplear cocidos, le escurrimos bien el agua del bote, los lavamos bajo el grifo del agua fría y reservamos.

Si preferís utilizar garbanzos secos tendréis que dejarlos a remojo la noche anterior. Para ello se echan en un cuenco grande, se cubren con agua y se le añade una cucharadita de bicarbonato. Al día siguiente los lavamos bien y retiramos aquellos que estén estropeados si los hubiera.

Seguidamente los cocinamos, poniéndolos en una olla cubiertos de agua fría, durante 1 hora y media desde que levanten el hervor. Transcurrido ese tiempo, y con los garbanzos ya cocidos, proseguimos con la elaboración de la receta. Si utilizamos los garbanzos cocidos nos ahorramos este paso, y directamente ponemos una olla con 1 litro de agua al fuego hasta que levante el hervor.

Aparte cocemos los huevos en un cazo con agua hirviendo durante diez minutos, luego los retiramos y cuando estén fríos le sacamos la cáscara y reservamos.

Mientras se cuecen los huevos vamos preparando un sofrito. Para ello picamos dos dientes de ajo y la cebolla. A continuación ponemos una sartén al fuego con el aceite de oliva virgen extra, añadimos la hoja de laurel y la cebolla picada, cuando ésta coja un color transparente añadimos los dos ajos picados, rehogamos un par de minutos más, y después apartamos la sartén del fuego, añadimos el pimentón dulce y mezclamos bien. Después añadimos este sofrito a la olla en la que hemos cocido los garbanzos, o la olla que tiene el litro de agua hirviendo, añadimos también el bacalao previamente desalado y desmenuzado y las espinacas cortadas en trozos. Éstas últimas las añadimos en varias tandas (para que vayan reduciendo el volumen porque sino todas de una vez no cabrían). Por último si empleamos garbazos ya cocidos los añadimos también en este momento. Dejamos que se cueza todo el conjunto durante unos 15 minutos, y mientras en una sartén preparamos el toque final, para ello cubrimos el fondo de la misma con aceite de oliva virgen extra y doramos en él el ajo restante, cuando empiece a dorarse echamos una rebanada de pan duro, y lo freímos primero por un lado y luego por el otro, después retiramos la rebanada de pan y el ajo a un mortero, añadimos los huevos cocidos y picados y hacemos un majado que añadiremos al potaje cuando las espinacas y el bacalao estén cocidos, removemos bien y dejamos reposar una media hora antes de servir para que se asienten los sabores, y listo para disfrutar del plato estrella de estas fechas. Podéis decorar con un huevo duro cortado longitudinalmente.

Este plato también lo podéis preparar en la thermomix, de ese modo se simplifica mucho más el proceso, y sale también un potaje realmente rico. Así ya no tenéis excusa para no prepararlo ^-^. Os doy los pasos a seguir.

1- Cocemos los huevos en un cazo con agua durante 10 minutos, luego los retiramos, dejamos enfriar, retiramos la cáscara y reservamos.
2- Ponemos la cebolla cortada en 4 trozos, y los ajos cortados por la mitad eliminando la germinación central y programamos 5 segundos/velocidad 4
3-Freímos 12 minutos/120º/velocidad cuchara
4-Añadimos el pimentón, 80gr de garbanzos cocidos, 10 gr. de agua, y programamos 15 segundos /velocidad 6
5-Bajamos los restos con la espátula
6-Añadimos el resto del agua, las espinacas frescas cortadas en trozos, la hoja de laurel y un poco de sal y programamos 20 minutos/100º/velocidad cuchara. Este paso se reduce en tiempo si optáis por utilizar espinacas congeladas. En ese caso tendréis que descongelarlas previamente, y luego programáis 6 minutos/100º/velocidad cuchara.
7-Añadimos los garbanzos restantes y el bacalao y programamos 10minutos/100º/Giro inverso/Velocidad cuchara
8-Rectificamos de sal si fuese necesario
9-Vertemos el potaje en  una sopera, picamos los huevos duros que teníamos reservados, y los echamos por encima.
10-Dejamos que el potaje repose unos minutos con la sopera tapada antes de llevarlo a la mesa y disfrutar de un plato lleno de sabor y tradición.

Deciros que si hacéis este plato en la thermomix no váis a necesitar la rebanada de pan, porque no empleamos majado, el propio robot elabora una especie de puré cuando en el paso 4 añadimos 80gr de garbanzos cocidos. Tampoco reservamos un ajo para majar en el mortero como se hace por el método tradicional, sino que añadimos  desde un principio los tres ajos juntos.

Nada más por hoy, solo espero haberme explicado bien y que os animéis a prepar en casa un plato tan rico y tradicional como éste. 

Por último, como hoy es un día tristemente señalado para mí, porque hace 16 años que nos dejó mi padre, permitidme que esta receta se la dedique a él. ¡Te quiero papá!

Nos vemos en unos días. Un beso


domingo, 26 de marzo de 2017

Tarta de zanahoria (Carrot Cake)


Después de unos días ausente por un dolor de garganta, que aun no ha remitido del todo pero espero que pronto lo haga, os traigo un pastel muy conocido, el carrot cake, o tarta de zanahoria.
Era la primera vez que elaboraba esta receta en casa, y la cogí prestada de un blog que sigo desde hace tiempo, se denomina recetas con encanto, su autora es María Jesús, y os recomiendo que le echéis un vistazo porque tiene cosas muy interesantes.
Este pastel lo había comido más de una vez fuera de casa, pero no me terminaba de convencer, digamos que no me enamoraba, sin embargo como María Jesús hablaba maravillas de él, decidí probar a ver qué tal, y he de deciros que aunque me gustó más que los que había comido hasta entonces, aun no ha terminado de enamorarme, sin embargo en casa tuvo mucho éxito, a mí pareja le encantó, y eso que él odia las zanahorias, dice que ha comido tantas de pequeño que no las soporta.
Yo partía de una premisa, y era que lo que a mí no me gustaba no le podía gustar a nadie, y por lo tanto no iba a publicar en el blog una receta que al probarla no me convenciese del todo, pero qué tontería, para gustos pintan colores, así que como mi premisa era falsa, os dejo la receta para que la probéis si os animáis.
He seguido la receta de María Jesús con la salvedad de que le añadí media cucharadita de jengibre molido (que su receta no lleva), y reduje la cantidad de canela a la mitad, en vez de echarle 1 cucharadita le puse media, además aumenté un poco la cantidad de mantequilla de la cobertura, en vez de 30gr como le puso ella, yo le puse el doble, 60gr.

Os dejo ya con mi receta

Ingredientes:

-75gr de pasa sultanas
-zumo de 1/2 naranja
-200gr de harina floja de repostería 
-1 sobre de levadura química Royal
-1/3 cucharadita de canela molida
-1/2 cucharadita de nuez moscada
-1/2 cucharadita de jengibre molido
-125gr de azúcar moreno (panela)
-3 huevos 
-170ml de aceite de girasol
-160 gr de zanahoria pelada y picada
-80gr de nueces picadas (la mitad para el bizcocho, y la otra mitad para decorar al final)
-una pizca de sal

Para la cobertura
-400gr de queso de untar tipo philadelphia
-100gr de mantequilla reblandecida
-200gr de azúcar glass
-1 cucharadita de esencia de vainilla Vahiné

Preparación:

La víspera lavamos bien la uvas pasas en agua fría, y luego las ponemos a remojo en el zumo de naranja, y dejamos que se empapen toda la noche. 

Antes de comenzar a preparar la tarta encendemos el horno a 180º,  engrasamos con mantequilla y enharinamos el molde elegido para hornear el bizcocho, y tamizamos la harina junto con la levadura. 

Yo como a pesar de enharinar bien el molde he tenido alguna vez problemas para desmoldar, porque se pegaba en la base debido a que la melaza que contiene se carameliza ligeramente en el horno, y al enfriar tiende a pegarse abajo, ahora siempre que hago esta receta cubro la base y las paredes del molde con papel de hornear, y así me aseguro de que no tendré sorpresas inesperadas a la hora de desmoldarlo. 

Dicho lo anterior, empezamos con la elaboración propiamente dicha, para ello agregamos los huevos y el azúcar al bol de la batidora y se bate muy bien, a continuación añadimos poco a poco el aceite y el zumo de naranja (sin las uvas) y continuamos batiendo. Posteriormente añadimos la sal, la zanahoria rallada, la mezcla de especias, las uvas pasas escurridas, y la mitad de las nueces picadas, y volvemos a mezclar, luego echamos la harina mezclada con la levadura en polvo, y la añadimos poco a poco y vamos integrando con una espátula con movimientos envolventes.

Por último vertemos la mezcla en el molde, repartimos uniformemente, y llevamos al horno durante aproximadamente 45 minutos, comprobando con un palillo, hasta que éste salga limpio.

Cuando esté el bizcocho hecho, sacamos del horno, colocamos el molde sobre una rejilla hasta que enfríe y desmoldamos.

Mientras el bizcocho enfría preparamos la cobertura de queso, también denominada frosting de queso, y para ello echamos en el bol de la batidora la mantequilla y batimos unos minutos, después añadimos el azúcar glas y la esencia de vainilla y seguimos batiendo hasta integrarlo bien, a continuación añadimos el queso crema y seguimos batiendo hasta conseguir una mezcla homogénea y sin grumos con un aspecto similar al de una crema blanda.

Seguidamente echamos esa mezcla en una manga pastelera y con ella rellenamos el bizcocho que previamente habremos cortado por la mitad, formando dos discos, o como hice yo en esta ocasión cortándolo en tres porciones, es decir, formando tres discos del mismo grosor (eso dependerá de la altura del molde).

Cubrimos también la superficie y los laterales, y decoramos con las nueces restantes picadas, flores de oblea, zanahorias de azúcar, etc.

Como es un postre bastante especiado, me pareció que combinaba muy bien con un té, y fue con lo que lo acompañé en esta ocasión, aunque con un cava bien fresquito para mí gusto aun combina mejor ;)

Abajo os dejé la foto del corte



Y  esta otra que hice para regalar en Pascua, con una conejito de azúcar, y pequeños huevos de chocolate.




Y nada más por hoy, gracias por leerme, y a mis blogs amigos pediros disculpas por mi ausencia de estos días, pronto pasaré de visita por vuestras cocinas porque siempre son una fuente de inspiración.
Un beso a tod@s

viernes, 17 de marzo de 2017

Callos con garbanzos

Antes de que venga el calor, que ya estamos a las puertas de la primavera, os traigo un plato de cuchara, de esos que apetecen cuando hace frío, aunque aquí en Galicia tienen tal aceptación, que en los bares los ponen de tapa durante todo el año. La mayoría los sirven los domingos o algún día especial. En mi zona por ejemplo, se celebra un mercadillo todos los miércoles, y es habitual que los bares sirvan ese día una tapa de callos con garbanzos.

Este es un plato que me trae muchos recuerdos de la infancia, de cuando los preparaba mi madre para los días de fiesta, porque era un plato que no se consumía un día de diario, sino con motivo de alguna celebración. Éstos de la foto los hice hace un par de semanas, un sábado que vinieron a comer a casa unos primos, y como ya hacía tiempo que no los preparaba les tocó el turno ese día, además tenía una bolsa de garbanzos ecológicos de la localidad zamorana de Fuentesaúco, que había traído de un viaje por esas tierras y estaba próxima a caducar, lo cual ayudó bastante a decantarme por este plato y no otro, y la verdad es que me encantó el resultado. Son unos garbanzos que no se deshacen con la cocción, y además tienen una textura suave y mantecosa muy agradable al paladar. Sin duda, después de probar éstos no compraré otros. Os los recomiendo totalmente.

Si os animáis a preparar en casa este delicioso plato, típico de la gastronomía gallega, vais a necesitar los siguientes

Ingredientes:

-1kg de garbanzos
-1kg de callos
-1kg de pata de ternera
-2 patas de cerdo saladas
-2 chorizos
-1 trozo de panceta curada en el punto de sal
-1 cebolla
-3 dientes de ajo
-zumo de 1 limón
-cominos
-azafrán
-pimentón dulce
-pimentón picante
-sal
-aceite de oliva
-pan rallado

Preparación:

En primer lugar cuando vayáis a la carnicería, pedidle al carnicero que os trocee las patas de cerdo y la de ternera. Luego ya en casa con una cuchilla de afeitar que no haya sido usada, le sacáis restos de pelos que puedan traer, algo que por otro lado ocurre con frecuencia, y luego es muy desagradable encontrarse en el plato trozos de carne con pelos, y obviamente optar por desecharlos es una pena porque es una carne muy rica, tanto la pata de cerdo como la de ternera, además no la regalan, hay que pagarla :)

Luego la noche anterior dejamos los garbanzos a remojo en un recipiente con abundante agua. Y las patas de cerdo en otro recipiente también con agua para que se desalen. Por su parte los callos primero los troceamos y luego junto con la pata de ternera , los lavamos bien bajo el grifo y los dejamos asimismo cubiertos de agua en la olla en la cual los vamos a cocinar, y le añadimos el zumo de 1 limón.

Al día siguiente por la mañana, escurrimos el agua a la olla que contiene los callos y la pata de ternera, añadimos a esa olla las patas de cerdo que dejamos a desalar el día anterior, cubrimos todo de agua (solamente con que cubra es suficiente, no pongáis agua en exceso, en todo caso es mejor luego añadirle si hiciese falta), añadimos también una cebolla cortada por la mitad, 1 cucharada sopera de cominos, y unas hebras de azafrán, y ponemos al fuego. Cuando levante el hervor, bajamos la intensidad del fuego, y dejamos que se vaya cociendo la carne a fuego medio durante 90 minutos, transcurrido ese tiempo, añadimos los garbanzos que teníamos a remojo bien escurridos, la panceta cortada en trozos, y los chorizos cortados en rodajas, y subimos el fuego hasta que levante de nuevo el hervor, después volvemos a bajar el fuego de intensidad y seguimos con la cocción otros 90 minutos aproximadamente.

Un poco antes ponemos una sartén pequeña al fuego, cubrimos la base con un buen aceite de oliva virgen extra, y añadimos los ajos cortados por la mitad. Cuando los ajos estén dorados, retiramos la sartén del fuego, sacamos los ajos y los desechamos, porque no los necesitamos para nada, solo los utilizamos para aromatizar el aceite, y añadimos una cucharada sopera de pimentón dulce al aceite de la sartén y una cucharadita de las del café de pimentón picante, mezclamos bien y ponemos de nuevo al fuego, añadimos dos cucharones del líquido de la cocción de los garbanzos (el equivalente a un vaso) y una cucharada sopera de pan rallado, removemos todo bien, y echamos el contenido de la sartén a la olla, mezclando bien todos los ingredientes con una espátula de madera. Probamos de sal y rectificamos si fuera necesario, miramos también si tanto la carne como los garbanzos están cocidos, y si es así, apagamos el fuego y dejamos reposar al menos 30 minutos antes de servir para que se asienten los sabores, y si fuera el caso de que todavía no estuvieran cocidos continuamos con la cocción unos minutos más.

Bueno, pues así es como hago yo los callos con garbanzos, un plato muy típico en Galicia, que como veis es muy fácil de preparar, solo se necesita tiempo, pero no es nada laborioso, de manera que los que nunca los habéis probado, os animo a que los preparéis, ya veréis como os van a encantar.

Y por hoy me despido. Nos vemos en unos días. Besos

lunes, 13 de marzo de 2017

Buñuelos de Calabaza (Bunyols de Carabassa)


Estamos casi a mediados de marzo, la primavera ya está a la vuelta de la esquina, y los valencianos están inmersos en sus fiestas, con su mascletà diaria que tiene lugar todos los días desde el 1 al 19 de marzo, día grande en el que concluyen los actos festivos con la cremá de los monumentos falleros.

Desde el punto de vista gastronómico, si con algo asociamos la fiesta de las fallas valencianas es con los bunyols de carabassa (buñuelos de calabaza). Lo típico es acompañarlos de un buen tazón de chocolate caliente, aunque solos están igual de ricos, tanto que es imposible comer solo uno y parar.

En Valencia, los buñuelos de calabaza no solo los encontraréis durante las fiestas de las fallas, sino que hay establecimientos, denominados buñolerías, que los preparan a lo largo de todo el año.

Si os apetece probar esta delicia sin necesidad de tener que viajar a Valencia, os dejo la receta a continuación, para que la hagáis en vuestra casa, pues no tiene la más mínima dificultad.

En ocasiones para hacer estos buñuelos utilizo una rosquillera de plástico (os la muestro en la foto de abajo, la mía es de la marca Ibili), porque estos buñuelos llevan un agujero en el centro, que las personas que tienen práctica lo realizan con las manos, cogiendo un poco de masa con la mano izquierda, luego aprietan el puño, y el montículo de masa que asoma, lo recogen con la otra mano previamente mojada en agua, y luego presionando el dedo índice contra el pulgar, realizan el agujero y acto seguido dejan caer el buñuelo en el aceite. Así explicado parece muy complicado, pero si vierais con qué rapidez lo hacen pareciera que estas personas están dotadas de un don innato. Realmente solo es cuestión de práctica, pero como yo no la tengo, y además no me gusta nada la idea de embadurnarme las manos, utilizo la rosquillera, así aparte de no ensuciar las manos, queda un agujero perfecto y similar en todos los buñuelos, además sin ningún esfuerzo.


De todos modos también se pueden hacer sin agujero (como los de la primera foto) echando porciones de masa en el aceite caliente, con ayuda de dos cucharas, pero tienen que ser porciones pequeñas para que al freír se hagan bien por dentro, y no quede la masa cruda en el interior.

Paso ya a detallaros lo que necesitáis para hacer estos deliciosos buñuelos

Ingredientes:

-500gr de pulpa de calabaza asada
-25gr de levadura prensada de panadería (la mía de Levanova)
-300gr de harina de fuerza (la mía de Harina Tradicional Zamorana)
-250gr de leche entera (la mía de Feiraco)
-1 pizca de sal 
-aceite de girasol o de oliva suave para freír (el mío de Aceites Abril)
-azúcar para espolvorear por encima 

Preparación:

En primer lugar hay que asar la calabaza. Yo en esta ocasión he utilizado una calabaza cacahuete(cucurbita moschata) y primero hay que lavarla bien bajo el grifo de agua fría, luego la cortamos en rodajas un poco gruesas y las ponemos en la bandeja del horno, a 180º con calor arriba y abajo, y dejamos que se ase por espacio de una hora aproximadamente. Cuando veamos que ya está asada, la retiramos a una fuente, y una vez fría le sacamos la cáscara y las semillas, y apartamos 500gr de pulpa, la cual reducimos a puré aplastándola con un tenedor.

Una vez asada la calabaza el siguiente paso es preparar la masa de los buñuelos, para ello templamos la leche (ojo, tiene que estar tibia, no sirve caliente) y diluimos en ella la levadura.

Aparte en un bol grade mezclamos la harina, la levadura diluida en la leche, agregamos una pica de sal, y amasamos hasta que obtengamos una mezcla homogénea. Por último añadimos el puré de calabaza asada y mezclamos bien hasta conseguir una masa homogénea. El resultado final será una masa de color anaranjado, y de poca consistencia. Dicho en otras palabras, os quedará una masa imposible de manejar con las manos, pero no os preocupéis, es así como tiene que quedar. Cuando estén bien mezclados todos los ingredientes, tapamos el bol con un paño de cocina, y lo dejamos reposar en un lugar templado, alejado de corrientes de aire, durante al menos 1 hora para que leve.

Una vez que la masa ha levado, ponemos al fuego una sartén honda, echamos abundante aceite en ella, y mientras se va calentando llenamos la rosquillera de masa. Cuando veamos que el aceite está bien caliente pero sin llegar a humear, vamos echando los buñuelos, dorándolos primero por un lado y luego por el otro, y después los retiramos a un plato sobre papel absorbente, y cuando hayamos terminado con todos, los rebozamos en azúcar y los pasamos a una fuente de servir.

Si no tenéis rosquillera los podéis hacer también con la ayuda de dos cucharas, cogiendo pequeñas porciones de masa y echándolas en el aceite. Los doramos primero por un lado y luego por el otro. Cuando estén hechos, escurrimos bien y retiramos a una fuente sobre papel absorbente, y después una vez que tengamos todos los buñuelos hechos, los pasamos por azúcar, y servimos.

Estos buñuelos por sí solos están absolutamente deliciosos, pero con un chocolate caliente como acompañamiento todavía saben mejor si cabe. 

Nada más por hoy, a los que sois de Valencia desearos que disfrutéis mucho de las fiestas, y los demás, os animo a que probéis a hacer estos ricos buñuelos en casa, veréis cómo os van a encantar.

Nos vemos en unos días. Os espero!!!

viernes, 3 de marzo de 2017

Arroz con leche


Los que me conocéis ya sabéis que me gusta mucho la cocina tradicional, así que la receta de hoy no hace falta que os diga que es de mis favoritas.

Cuando como fuera de casa y llega la hora de los postres, si hay arroz con leche es raro que no lo elija, porque sé que a mal que esté siempre me va a gustar...,bueno para ser exactos casi siempre, porque en una ocasión me lo sirvieron caliente, y así como que no, jeje… Esto me ocurrió el año pasado en Asturias, pero afortunadamente no todo ha sido negativo en este aspecto, porque en este mismo viaje por tierras asturianas he tomado el mejor arroz con leche que había probado nunca hasta entonces. La gran diferencia respecto al que yo conocía, es que llevaba azúcar caramelizado por encima como si se tratase de una crema catalana, y sinceramente le sienta de maravilla. Bien fresquito, y con esa capa de caramelo crujiente en la superficie es una pura delicia.

De vuelta a casa tras ese viaje, investigué un poco por internet, y me he enterado que en Asturias es típico que lo sirvan así. Además le añaden algo de mantequilla y en algunos casos un poco de anís. Yo lo hice así la primera vez y aunque me gustó el resultado, prefiero el arroz con leche que conocía de siempre, con la salvedad de que ahora a algunos cuencos le caramelizo la superficie, y a otros les espolvoreo canela molida por encima como hacía antes, así probamos las dos versiones.

Si os animáis a prepararlo en casa necesitáis los siguientes

Ingredientes:

-1 litro de leche entera
-110gr de arroz (mejor arroz bomba)
-cáscara de un limón
-1 rama de canela
-3 cucharadas de azúcar blanco
Para decorar
-canela molida
-azúcar moreno

Preparación:

Lo primero es lavar concienzudamente el limón bajo el grifo del agua fría, para eliminar cualquier posible resto de pesticida. Luego en un cazo vertemos un litro de leche, añadimos la rama de canela y la cáscara de limón, procurando que no lleve nada de la parte blanca, porque le daría un gusto amargo.

Cuando levante el hervor lo apartamos del fuego y dejamos en infusión durante unos 15 minutos.

Seguidamente colamos la leche para otro recipiente para retirar la corteza de limón y la canela en rama, y lo ponemos de nuevo al fuego (si vais a utilizar el mismo cazo con el que se hirvió la leche anteriormente, que no se os olvide lavarlo primero, sino la leche se pegará a las paredes y la base del recipiente, llegando incluso a quemarse, con el riesgo que eso supone, pues echaría todo a perder).

Cuando comience nuevamente a hervir, echamos el arroz, removemos bien y bajamos el fuego al mínimo, y dejamos cocer por espacio de una hora, removiendo a cada rato. Cuando haya pasado la hora de cocción, el arroz ya tendrá un aspecto cremoso, es el momento de añadirle las 3 cucharadas de azúcar blanco (es una cantidad aproximada, podéis añadirle más o menos, según gustos), removéis bien, y retiráis del fuego.

Una vez que esté frío se vierte en cuencos individuales y los guardamos en el frigorífico hasta el momento de servir. (Os recomiendo que selléis los cuencos con papel film, para evitar que cojan olores de otros alimentos que haya en la nevera, y podáis luego disfrutar de un bocado sublime)

Cuando sea el momento de servir a la mesa, tenéis dos posibilidades: o bien le espolvoreáis canela molida por encima (versión tradicional), o bien esparcimos azúcar moreno sobre la superficie y lo quemamos con un soplete de cocina (versión asturiana)

De cualquiera de las formas está rico, pero si nunca habéis probado a caramelizar la superficie os recomiendo absolutamente que lo hagáis, os va a encantar seguro.

Nada más por hoy, nos vemos en unos días con nueva receta y nuevas anécdotas. Os espero!!!

sábado, 25 de febrero de 2017

Filloas de Carnaval (saladas)


Como lo prometido es deuda, os traigo la receta típica por excelencia de los carnavales en Galicia: las filloas.

He de deciros antes de nada que no hay una única receta de filloas, ocurre como con la “bica”, un bizcocho típico de algunos pueblos de Galicia. Cada pueblo tiene la suya con sus particularidades que la diferencia de las otras, y así tenemos la bica de Trives que lleva masa madre, la bica de Laza que lleva nata y claras de huevo pero no yemas, la de Castro Caldelas, la torta de Guitiriz que incluye entre sus ingredientes la harina de maíz, etc. Pues con las filloas ocurre lo mismo, en algunos lugares le añaden caldo hecho con carne salada de cerdo, en otros utilizan solo agua, y hay pueblos que añaden la sangre de la matanza del cerdo, de manera que yo os pongo la receta de las filloas saladas (porque también hay la versión dulce pero esa queda para otra ocasión) que se hacen en la zona donde vivo.

Estas filloas las hacemos en un aparato que se llama “filloeira”, porque lo normal es que una vez puestos en faena se haga una cantidad considerable, y en la sartén llevaría mucho tiempo. Hay filloeiras que permiten hacer 7 a la vez, y conozco gente que atiende a dos filloieras a un tiempo, de manera que salen 14 filloas de cada vez, pero yo reconozco que cuando las hacía me costaba lo suyo dar hecho con una filloeira de 7.

Digo cuando las hacía, porque hace años que no las hago. Siendo una adolescente, de unos 13 ó 14 años, empecé a hacer las filloas y así seguí hasta que empecé a trabajar. Entonces pasó a encargarse mi madre de nuevo de hacer las filloas cuando llegaban los carnavales, pero desgraciadamente ahora por problemas de salud no puede hacerlas, y yo tampoco dispongo de tiempo, de modo que siempre hay algún familiar o alguna vecina generosa que nos las trae en esta época del año.

Estas filloas saladas se consumen como acompañamiento del cocido, y en casa nos gustan mucho con chicharrones. Pese a ser filloas saladas también hay quien en vez de tomarlas con productos cárnicos, prefiere echarles miel por encima o azúcar. Al hacer gran cantidad no se consumen todas en el momento, pero se pueden guardar en el frigorífico durante días y luego se recalientan en la sartén. De hecho a mí es así como más me gustan. Recién salidas de la filloiera también están ricas, pero personalmente las prefiero recalentadas. Se pueden recalentar estiradas tal como salen de la filloeira, o bien envueltas en forma de canutillo, eso al gusto de cada uno.

Si os animáis a hacerlas, y queréis guardar en el frigorífico las que os sobren, tened la precaución de esperar a que estén totalmente frías, y después la trasladáis a otro plato, separándolas todas una a una, porque sino después no se despegan unas de otras.

Y después de estos consejos os dejo con la receta.

Ingredientes:

-1 litro de caldo de carne salada de cerdo
-4 litros de agua del grifo
-1/2 kg. de carne salada de cerdo que contenga hueso (para hacer el caldo)
-1 kg. de harina de trigo (harina de fuerza)
-10 huevos
-1 trozo de tocino para engrasar la filloeira

Preparación:

En primer lugar tenemos que hacer el caldo, para ello previamente ponemos la carne a desalar en una olla con agua fría, durante unas horas. Después retiramos ese agua, y añadimos agua limpia del grifo hasta cubrirla y la ponemos al fuego hasta que levante el hervor. Cuando empiece a hervir bajamos el fuego al mínimo y dejamos que cueza durante aproximadamente 90 minutos. Transcurrido ese tiempo, retiramos la carne, y esperamos a que el caldo enfríe.

A continuación preparamos el "amoado". Se llama así a la masa semilíquida que se utiliza para hacer las filloas. Para el amoado utilizamos una olla mediana en la que echamos 4 litros de agua fría del gripo, añadimos un litro del caldo de carne que teníamos preparado, y luego vamos añadiendo la harina tamizada poco a poco, removiendo con un batidor de varillas. Una vez que hayamos terminado de añadir toda la harina, batimos los huevos en un cuenco aparte y los añadimos a la mezcla anterior. Añadimos también un poco de sal (no demasiada, es mejor quedarnos cortos que pasarnos, porque luego cuando hagamos las primeras filloas. las probamos y si vemos que tienen poca sal se le puede añadir más), Una vez tengamos el amoado listo lo dejamos reposar como mínimo 30 minutos. Yo suelo prepararlo la víspera, luego antes de utilizarlo lo bato bien de nuevo para que quede una mezcla homogénea, pues con el reposo la harina se deposita en el fondo.

El siguiente paso es hacer las filloas, pare ello le encendemos el fuego a la filloeira, los que no tengáis ponéis al fuego una sartén antiadherente, cuando esté caliente clavamos un trozo de tocino en un tenedor y untamos con él la sartén o filloeira según el caso. Seguidamente echamos un poco de masa o amoado bien batido, dejamos que vaya escurriendo hasta que cubra toda la superficie de la filloeira (normalmente las filloeiras se sitúan sobre un trípode que regula la altura de las patas para que la filloiera quede inclinada, y el amoado de las filloas escurra y nos quede así una filloa lo más fina posible). Si utilizáis sartén echáis un poco de amado en el centro de la misma, luego giramos la sartén para que el amado se reparta bien por toda la base, y cuando veamos que los bordes de la filloa se separan, le damos la vuelta, y luego cuando estén hechas por este lado, las vamos retirando a un plato.

Obviamente la cantidad de los ingredientes está pensada para utilizar la filloeira, si utilizáis una sartén, debéis reducir considerablemente y de manera proporcional las cantidades, sino os llevaría muchísimo tiempo acabar con todo el amoado, y aunque es divertido hacer filloas, todo exceso termina cansando ;)

Un consejo, cada vez que hagáis una filloa nueva, o una nueva tanda de filloas si tenéis filloeira, es muy importante batir de nuevo el amoado, porque como os indico más arriba, la harina pronto se deposita en el fondo.

Un último detalle que sé que no os va gustar mucho, y es que la cantidad de harina es aproximada, pues no todos los tipos de harina se comportan igual. Con la harina pasa como con la sal, es preferible quedarse corto e ir añadiendo poco a poco más harina, que pasarse, porque si echamos demasiada harina las filloas salen gruesas y no son lo mismo. Cuanto más finitas son más ricas están.

Nada más. Nos vemos en unos días con una nueva receta, mientras disfrutad mucho del carnaval!!!

viernes, 17 de febrero de 2017

Tortilla paisana

La receta de hoy es de sobra conocida por todos, os hablo de la tortilla paisana. Lo que a lo mejor no conoce tanta gente es la razón de esta denominación. Al parecer el nombre le viene por ser paisana de la tortilla española, es decir, del mismo país, España, dónde ambas son muy populares, y pocos son los locales de hostelería que no incluyan algunas de las dos como tapa, o incluso en el menú.

Posiblemente lo del nombre le venga también porque tiene puntos en común con la típica tortilla española, de hecho es una variante de ésta, pues lleva también huevos y patatas, pero se diferencia en que además incluye en sus ingredientes verduras como pimientos, zanahorias, cebolla, guisantes, etc. y además algún producto cárnico, generalmente chorizo ó jamón.

El año pasado comí una tortilla en Villalba, un pueblo de Lugo, que llevaba tal variedad de ingredientes que no he sido capaz de descifrarlos todos. El local que la ofrecía la llamaba “Tortilla del Mesón”, pero viene a ser lo que todos conocemos como tortilla paisana. Mi pareja que es natural de ese pueblo, me había dicho que estaba muy rica, y la verdad es que pese al batiburrillo de ingredientes me gustó mucho.

La que yo he preparado en esta ocasión es más básica, lleva menos ingredientes, pero está igualmente rica.

Paso ya a daros la receta

Ingredientes:

-12 huevos (si son de corral mejor)
-1 chorizo
-1 pimiento rojo
-1 pimiento verde
-2 cebollas
-4 patatas
-aceite de oliva virgen extra
-sal

Preparación:

En primer lugar pelamos las patatas y después lavamos las patatas y las verduras. Luego picamos los pimientos en trozos medianos, las cebollas en juliana, y las patatas en láminas lo más finas posible. En cuanto al chorizo, le retiramos la piel y lo desmenuzamos con las manos o ayudándonos de un cuchillo si fuese necesario.

Seguidamente ponemos al fuego una sartén grande antiadherente, cubrimos el fondo con aceite de oliva virgen extra, y cuando esté caliente echamos las patatas y salamos

Mientras las patatas se van friendo en la sartén, batimos los huevos en un cuenco grande, y cuando las patatas estén hechas las retiramos con una espumadera y las pasamos al cuenco de los huevos, removiendo bien para que se mezclen.

En el mismo aceite en el que hemos freído las patatas, añadimos los pimientos que teníamos troceados, salamos y dejamos que se vayan haciendo durante unos 5 minutos, removiendo de vez en cuando, Después añadimos la cebolla, echamos otra pizca de sal, y continuamos rehogando los pimientos junto con las cebollas. Cuando estén bien rehogados, apartamos la sartén del fuego, los escurrimos con la espumadera y los echamos en el cuenco de los huevos y las patatas. Añadimos también el chorizo desmenuzado, y mezclamos bien.

Posteriormente ponemos de nuevo la sartén al fuego, retiramos el exceso de aceite y echamos la mezcla anterior, dejamos a fuego bajo-medio durante unos 3 ó 4 minutos, luego con la ayuda de un plato le damos la vuelta, y cuajamos la tortilla de la misma manera por el otro lado.

Cuando ya esté cuajada por ambos lados, y jugosa por dentro, la retiramos a una fuente, y si la vamos a servir como entrante, la cortamos en cuadraditos, para que cada comensal se sirva a su gusto con la ayuda de un palillo. Si va a formar parte del menú, entonces la cortamos en porciones.

Poco más os puedo contar, hoy no hace falta que os diga que está riquísima, la mayoría ha comido una tortilla parecida a ésta en alguna ocasión y lo ha podido comprobar ^_^

Nos vemos en unos días, con una receta típica de aquí de Galicia en época de Carnavales. Estad atentos!!!

miércoles, 1 de febrero de 2017

Cous Cous de cordero


El plato que os presento hoy es típico de la cocina marroquí, se trata del cous cous de cordero. Es una receta un tanto laboriosa pero está muy rica, de modo que el esfuerzo merece la pena.

Pese a gustarme mucho, es un plato que no preparo con frecuencia, quizás porque tiene una mezcla de sabores con la que no estoy familiarizada, pero de vez en cuando apetece echar mano de este tipo de platos y salirse de la monotonía.

En este caso hice un cous cous de cordero, pero se puede hacer también de verduras, de pollo o incluso de ternera, de modo que al que no le guste la carne de cordero tiene otras opciones, pero esas quedan para otra ocasión, hoy vamos con el cous cous de cordero. Os dejo con la receta, a ver si os gusta.

Ingredientes (para 4 personas):

-1 kg de carne de cordero
-1 calabacín
-4 zanahorias
-1 col
-1 bote de garbanzos en conserva
-2 cebollas
-1 ajo
-1 tomate
-300gr de sémola (cous cous)
-1 cucharada de cominos molidos
-pimentón, azafrán, pimienta, guindilla
-mezcla de especies marroquí (unos tarros que venden en algunos supermercados)
-un puñado de pasas sultanas
-sal

Preparación:

Pediremos al carnicero que nos trocee la carne de cordero en 4 trozos (1 por persona), y luego en casa cuando nos pongamos con la receta, lo primero que haremos es cubrir el fondo de una olla con aceite de oliva virgen extra y dorar en él los trozos de cordero. Cuando estén bien dorados los retiramos a un plato y reservamos.

En el aceite utilizado para dorar la carne, echamos una cebolla bien picada y el ajo también picado, junto con un trocito de guindilla. Cuando la cebolla y el ajo estén bien rehogados, añadimos el tomate rallado y dejamos cocer todo junto durante unos minutos más. Después echamos la carne que teníamos reservada y las especias (cominos, pimienta, azafrán y la mezcla de especias marroquíes). Después cubrimos con agua, salamos al gusto, tapamos la olla, y dejamos hervir a fuego bajo unos 20 minutos. Transcurrido ese tiempo, añadimos las zanahorias cortadas por la mitad longitudinalmente, el calabacín cortado en 4 trozos, la col limpia (desechamos las hojas externas) y cortada en 4 trozos longitudinales, y seguimos cociendo durante unos 20 a 30 minutos más, hasta que la carne y las verduras estén hechas. Unos 5 minutos antes de apagar el fuego añadimos los garbanzos escurridos y lavados bajo el grifo, y mezclamos bien, y luego apagamos el fuego y reservamos.

Aparte preparamos un sofrito en otra olla con un poco de aceite de oliva virgen extra, añadimos la otra cebolla picada y la rehogamos , luego añadimos las uvas pasas, mezclamos bien, y seguidamente añadimos un poco de pimentón, removemos y añadimos unas cucharadas del caldo de la olla que contiene la carne de cordero y las verduras, y ésa será la salsa que echemos por encima cuando emplatemos, pero antes tenemos que cocer la sémola siguiendo las instrucciones del fabricante que aparecen en el envase, y luego en una fuente redonda, ponemos en el centro la sémola, encima de ésta la carne y alrededor las verduras escurridas, y por encima regamos con las salsa y en una salsera echamos la que nos sobre para que cada comensal añada más si lo desea.

Como habéis podido comprobar no entraña ninguna dificultad, de modo que os animo a que lo preparéis y ya me contáis.

Nos vemos dentro de unos días. Sed muy felices!!!

miércoles, 25 de enero de 2017

Empanada de atún

Esta vez vengo con un clásico de la gastronomía gallega: la empanada. En esta ocasión la hice de atún, pero da igual de qué se rellene, porque es muy agradecida.

En nuestra tierra no hay fiesta que se precie que no te pongan un entrante de empanada, porque con ella siempre aciertas, le gusta a todo el mundo.

Por otro lado tiene la ventaja de que la puedes hacer con antelación, de hecho el relleno yo siempre lo hago la víspera, y luego al día siguiente preparo la masa, así se divide el trabajo en dos jornadas y no resulta pesado.

Os dejo la receta de cómo la preparo yo

Ingredientes:

Para el relleno
-500gr. de atún en conserva (si es en aceite de oliva mucho mejor)
-4 cebollas grandes o 6 medianas
-1 cucharada de pimentón dulce
-aceite de oliva virgen extra

Para la masa.
-500gr. de harina de fuerza (de trigo)
-300ml de agua (tibia, nunca caliente)
-25 gr. de levadura de panadería
-1 cucharada de aceite del relleno
-1/2 cucharada de sal

Preparación:

Lo primero es hacer el relleno, para ello echamos aceite de oliva en una sartén grande, y cuando esté caliente añadimos las cebollas cortadas en juliana, y rehogamos a fuego suave durante al menos 30 minutos. A continuación apartamos la sartén del fuego y añadimos el pimentón, mezclamos bien y dejamos enfriar, después si hacéis el relleno la víspera como yo, guardáis este sofrito de cebolla en un tupper en el frigorífico hasta el día siguiente cuando vayáis a preparar la masa. En ese momento lo sacáis del frigorífico, y le escurrís el aceite con un colador, del cual reservaremos 150ml. para la masa más otro poquito para pintar por encima la empanada. Y por otro lado mezclamos la cebolla con el atún escurrido, y reservamos también.

Luego para hacer la masa, yo siempre utilizo la panificadora en el programa de amasado con fase de levado, porque así además de ahorrarme el trabajo del amasado a mano, calculo mejor el tiempo, ya que si la masa la dejamos levar a temperatura ambiente puede tardar más o menos, dependiendo de la temperatura que haya en la estancia. Si no tenéis panificadora y hacéis el amasado a mano, se trata de mezclar todos los ingredientes hasta que quede una masa suave, y fácil de manejar. Luego la pasáis a un bol tapado con papel film o con un simple paño de cocina, para evitar corrientes de aire, y esperáis a que doble el volumen. Si hacéis el amasado en panificadora, echáis todos los ingredientes en ella, seleccionáis el programa que corresponda en vuestra máquina al proceso de amasado con fase posterior de levado y listo. En mi panificadora dura un total de 90 minutos, al cabo de los cuales, la masa ya está lista para preparar la empanada, de modo que lo siguiente que hay que hacer es dividirla en dos partes, una un poco más grande que la otra, porque es la que emplearemos para la base y tiene que ser más extensa para luego sellar los bordes y que no se desparrame el relleno cuando se esté cociendo, para ello la estiramos bien con un rodillo, y cubrimos con ella la base de la bandeja del horno, encima echamos el relleno de atún y cebolla que teníamos reservado, y por último cubrimos con la otra parte de la masa después he haberla estirado también con el rodillo.

Seguidamente cerramos los bordes, desechando la masa sobrante si la hubiera, y pintamos por encima utilizando un pincel de cocina, con un poco del aceite del relleno que teníamos reservado. Por último la llevamos al horno, a 180º grados en la cuarta ranura empezando por abajo, es decir, justo en la parte central, con calor abajo los primeros 15 minutos, luego 10 minutos con fuego arriba y abajo, y por último 5 minutos con fuego solo arriba para que coja un bonito color dorado.

Cuando veamos que está hecha, la sacamos del horno, la dejamos enfriar y la partimos en pequeñas porciones para que cada comensal se sirva a su gusto.

Pues nada más por hoy, nos vemos pronto con una nueva receta, a ver si para entonces nos ha dejado ya la ola de frío que nos asola estos días. Mientras sed felices y abrigaos mucho!!!

lunes, 16 de enero de 2017

Tarta de piña


Hoy vengo con una receta dulce que hice hace ya tiempo, concretamente el 29 de junio del año pasado, para una celebración familiar.

Es una tarta ideal para el verano pero también para la época invernal, en este caso basta con sacarla del frigorífico un par de horas antes de servirla y listo.

Cómo no podía ser de otra forma, hay distintas variantes de esta tarta, algunos utilizan sobaos u otro tipo de bollería para su elaboración, pero yo he preferido hacer un bizcocho casero con un suave aroma a piña.

Antes de contaros cómo se prepara, he de deciros que he utilizado un molde redondo de 22cm. de diámetro para hacer el bizcocho, y luego para la tarta he utilizado uno de 20cm., porque así queda el bizcocho bien ajustado a las paredes del molde, y eso hará que la mezcla de la gelatina impregne el bizcocho como si se tratase de una esponja, sino se colaría por los laterales y el bizcocho flotaría. Aclarado esto, vamos ya con la receta en sí misma, veréis que fácil es.

Ingredientes:

-230gr de harina floja
-150gr de azúcar
-230gr de mantequilla a temperatura ambiente
-4 huevos a temperatura ambiente
-1.1/2 cucharaditas de levadura Royal
-150ml de zumo de piña de buena calidad (Pago, Granini, …)
-rodajas de piña en almíbar
-guindas en almíbar (cerezas)
-60gr. de azúcar moreno
-200ml del almíbar de la piña
-250ml de nata líquida
-1 sobre de gelatina de piña Royal

Preparación:

En primer lugar procedemos a hacer el bizcocho en el molde más grade, para ello batimos 200gr de mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar hasta que éste quede bien disuelto. Ha de quedaros una crema de consistencia parecida a la pasta dental. Seguidamente añadimos los huevos de uno en uno hasta que estén todos integrados en la mezcla. Después añadimos 100ml de zumo de piña, batimos de nuevo, y por último añadimos la harina previamente tamizada y la levadura en polvo, mezclamos con una espátula, y reservamos mientras preparamos el molde grande.

Lo primero es untar los bordes con 30gr de mantequilla (aproximadamente) y espolvorear luego con 30gr de harina (aproximadamente) para que después el bizcocho se desmolde sin problema. En la base del molde extendemos el azúcar moreno, encima de éste ponemos las rodajas de piña todo alrededor de la base y colocamos una en el centro de la misma. En el agujero de cada rodaja de piña colocamos una guinda en almíbar, después echamos encima la masa del bizcocho, y lo llevaremos al horno precalentado a 180º durante unos 40 minutos aproximadamente, calor arriba y abajo los primeros 15 minutos, y luego calor solo abajo, hasta que veamos que está cocido. Para comprobarlo pinchamos con un palillo, y si sale limpio es señal de que ya está listo, en ese caso, lo sacamos del horno, lo desmoldamos en caliente antes de que se enfríe el almíbar que se habrá formado en la base, porque sino luego se quedaría pegado, y lo dejamos enfriar.

Aparte en un cazo añadimos la nata líquida y el almíbar de la piña y lo llevamos al fuego hasta que alcance el punto de ebullición, en ese momento añadimos la gelatina de piña disuelta en 50ml de zumo de piña, removemos bien y cuando alcance de nuevo el punto de ebullición lo retiramos del fuego y dejamos que la mezcla pierda temperatura hasta que esté tibia.

Mientras forramos la base del molde pequeño con papel de hornear, introducimos en él el bizcocho dándole la vuelta, es decir, con las rodajas de piña por abajo.

Como os dije más arriba, el bizcocho ha de quedar bien ajustado en el molde más pequeño, para que la mezcla de gelatina no se cuele por los laterales. Finalmente echamos encima la gelatina poco a poco, para que la vaya absorbiendo el bizcocho, en este paso nos podemos ayudar de un tenedor, haciendo incisiones en él para facilitar esta labor. Por último dejamos la tarta en el frigorífico, mejor de un día para otro, y cuando la queráis desmoldar, pasáis el hilo de un cuchillo por los laterales del molde, y le dais la vuelta sobre una fuente redonda adornada con blonda decorativa, retiráis el papel de hornear que habíamos puesto en la base, y voilà, ya tenéis la tarta lista y decorada, con las rodajas de piña y las guindas por arriba.

Es una tarta con un suave sabor a piña que resulta de lo más agradable. Os animo a que probéis y me decís ;)