Hoy después de muchos días hemos tenido un tiempo maravilloso aquí en Galicia, al menos en el interior de la provincia de La Coruña que es dónde vivo. Al fin he tenido la sensación de que el día me rindió bastante, porque por lo general siento que me pasan las horas y me quedan tareas acumuladas.
En ello también me influye la época del año en la que estamos. Ahora que los días son tan cortitos, si está el cielo cubierto y encima llueve sin parar, me resulta deprimente. Esto creo que lo notamos más en el rural, porque en las ciudades la vida fluye de otra manera.
Al margen de la meteorología, este bajón anímico se debe sobre todo a un hecho desgraciado que he vivido recientemente, y es que el pasado veintiséis de octubre, al sacar los perros por la mañana, dos de ellos se me escaparon (tenemos tres), saltaron el cierre de la finca, y uno que es de raza grande regresó, pero la otra, una perrita de raza beagle, no ha vuelto.
Se llama Maite, es una perrita que llegó a nuestra casa en el año 2019 procedente de la perrera en pésimas condiciones, porque al maltrato y al abandono, se había unido el ataque de su compañera de canil, el cual a punto estuvo de costarle la vida. Venía en los huesos, y poco a poco fue curando las heridas físicas y las del alma.
Primero la trajimos en acogida, pero pronto nos robó el corazón y la adoptamos. No creo que ninguna de las mascotas que he tenido, y han sido varias, me haya querido tanto como me quería Maite a mí. En todo caso puede que tanto sí, pero más es literalmente imposible.
Maite me acompañó en la que junto con la muerte de mi padre, ha sido la etapa más dura de mi vida; la enfermedad de mi madre y el duelo cuando ella falleció en el 2021.
La echo muchísimo de menos, y aunque ha pasado bastante tiempo desde su partida, aun espero un milagro, y pese que la he publicado en muchos grupos de mascotas, grupos de whatsapps, y he puesto carteles por la zona, es posible que alguien de mi entorno esté leyendo esto y no se haya enterado, por eso os dejo su foto para que si la veis, me aviséis.
Dejando este tema a un lado, porque esto es un blog de cocina, hoy os traigo una receta americana de tarta de calabaza, la famosa pumpkin pie, que junto con el pavo, no puede faltar en las mesas de los hogares estadounidenses el día de Acción de Gracias, y que este año se celebra precisamente mañana, 23 de noviembre (se celebra siempre el 4º jueves de noviembre)
Este año he sacado muchas calabazas de la finca, y uno de los días que hice esta tarta, como aun no la tenía en el blog, la fotografié y hoy por la fecha en la que estamos me parece que es el momento perfecto para compartirla con vosotros. Espero que os guste.
Ingredientes:
Para la masa quebrada
-125gr. de mantequilla fría
-250gr. de harina floja de repostería
-1 huevo
-2 cucharadas soperas de agua
-80gr. de azúcar glass
-1 cucharadita rasa de sal
Para el relleno
-700gr. de calabaza cruda, pelada y limpia
-200gr. de queso crema tipo philadelphia
-100gr. de nata para montar
-85gr. de azúcar
-3 huevos (4 si son pequeños)
-1 cucharadita de canela molida
-1/2 cucharadita de nuez moscada
-1/2 cucharadita de jengibre molido
-1/4 cucharadita de clavo molido
-1/4 cucharadita de sal
-ralladura de 1 limón
Preparación:
Comenzamos la preparación de la receta pelando y limpiando la calabaza. Después la cocemos al vapor, o bien en el microondas, durante unos 15 a 20 minutos. Transcurrido ese tiempo, pinchamos con un palillo, y si está cocida, la dejamos enfriar en un colador, para eliminar toda el agua que haya podido soltar al cocerse y evitar con ello que luego la tarta nos quede aguada.
También podéis asar la calabaza en el horno, pero a mí particularmente me gusta más como queda al cocerla.
Mientras la calabaza enfría, preparamos la masa de la base, para ello echamos en un cuenco amplio la harina, la sal y la mantequilla fría, cortada en cubitos pequeños, y mezclamos con la punta de los dedos desmigando la mantequilla con la harina, y evitando utilizar las palmas de las manos para que no se ablande en exceso la mantequilla. Tiene que quedarnos con una textura como de arenilla. En ese momento añadimos el agua, el huevo y el azúcar glas, y trabajamos la masa solo lo necesario para formar una bola. Cuando la consigamos, la cubriremos con papel film, y la dejaremos reposar en el frigorífico durante 30 minutos.
Trascurrido ese tiempo enharinamos ligeramente la superficie de trabajo, y con un rodillo extendemos la masa hasta conseguir una lámina fina, con ella forraremos un molde redondo de 24cm. de diámetro. Os sobrará parte de la masa, pero no os preocupéis porque congela perfectamente para utilizarla en un futuro.
Después colocamos papel de aluminio sobre la masa y encima ponemos un puñado de legumbres (para que no suba al hornearla) y con el horno precalentado a 170ºC, la horneamos durante de 10 a 15 minutos.
Mientras la masa de la tarta se hornea, preparamos el relleno, para ello echamos en un cuenco la calabaza que teníamos reservada, añadimos el queso, la nata de montar, el azúcar, los huevos, las especias y la sal; en definitiva todos los ingredientes del relleno, y con la batidora integramos bien hasta obtener una mezcla homogénea y cremosa, la cual vertemos sobre la base que habíamos empezado a hornear. Devolvemos al horno, y la dejamos a la misma temperatura anterior (170ºC) entre 60 y 70 minutos.
Por último retiramos del horno, dejamos enfriar, desmoldamos, y es la hora servir una porción, os aconsejo acompañarla con un rosetón de nata.
Pues esta ha sido la receta elegida para hoy. En la próxima publicación os traeré una nueva.
Gracias por leerme. Un abrazo.