Estos días estoy inspirada, y de hecho creo que es la primera vez que publico dos entradas en días consecutivos, desde que creé el blog, allá a mediados de julio del 2015.
¡Dios mío cómo pasa el tiempo!, parece que fue ayer, sin embargo cambiaron tantas cosas desde entonces a mi alrededor… Personas con las que me unía un vínculo tan fuerte que consideraba indestructible, y sin embargo desaparecieron de mi vida, y además en un momento muy complicado para mí.
Afortunadamente, de la incredulidad y la tristeza inicial, pasé a sentir una gran paz interior. La deslealtad y la traición de esas personas, ha sido sin duda el mayor y el mejor aprendizaje que he tenido nunca. Ha sido como una sanación. Después de lo ocurrido siento una paz que nunca había sentido, y que ha creado una conexión especial con mis antepasados, porque los problemas venían de atrás, pero las máscaras tardaron en caer.
En estos últimos años he pensado mucho en mis padres, he tenido muchos diálogos imaginarios con ellos, y tengo la absoluta convicción de que están orgullosos por cómo me he comportado en todo este asunto.
En fin, me estoy desviando del tema, pero es que estas fechas me ponen melancólica. Ya tengo tendencia a ello de por sí, soy lo que definirían como una persona PAS (persona altamente sensible), y para más inri, tímida e insegura. El caso es que se acerca Fin de Año, y eso nos invita a hacer balance. Son fechas para echar una mirada atrás y recordar a los que no están físicamente a nuestro lado, pero que vivirán siempre en el recuerdo.
Es tiempo también para ponerse metas de cara al nuevo año, que luego casi siempre quedan en simples propósitos, al menos en mi caso.
También para reflexionar acerca de nuestra existencia… Yo como podéis comprobar soy mucho de comerme el coco, aunque últimamente ya estoy haciendo algo de callo, y ciertos comportamientos que antes me podían arruinar el día, o incluso la semana entera, ahora apenas me inmutan.
Podía tratarse de algo tan simple como cruzarme con algún conocido por la calle y que no me saludara; podía ser una mirada o un gesto que yo por alguna razón interpretaba como de rechazo (que no necesariamente significaba que lo fuera), el caso es que sufría por todo, y me he dado cuenta de que no puedo vivir así, esperando siempre la aceptación de los demás, que tengo que vivir mi propia vida, y no preocuparme por lo que los demás digan o piensen de mí. Lo importante es ser fiel a mí misma, a mis principios, no hacer daño a nadie, y por lo demás, como decía Violeta Parra: ”Gracias a la vida que me ha dado tanto/ Me ha dado la risa y me ha dado el llanto…”
Bueno, vamos a lo que importa, que es la receta que os traigo hoy; una tarta mousse de turrón de Jijona, conocido también como turrón blando.
Ya os decía ayer que a mí no me gusta este turrón, me resulta muy empalagoso, en cambio en esta tarta entra muy bien, porque es una tarta con un sabor suave a turrón, que está deliciosa, os lo prometo.
Tiene también otra ventaja, y es que se prepara el día anterior, o incluso la antevíspera, y además es muy fácil de preparar y se tarda muy poco tiempo.
Incluso tiene otra ventaja añadida, y es que en casi todos los hogares cuando finalizan estas fiestas quedan sobras de turrón, pues bien, no os preocupéis, con esta tarta las podéis “reciclar” y de paso disfrutar de un bocado delicioso.
Si el día de Fin de Año cenáis en casa, o la comida del día de Año Nuevo, o bien el día de Reyes, y no tenéis un postre elegido, os recomendaría esta tarta sin dudarlo.
Para prepararla vais a necesitar los siguientes
Ingredientes:
-500ml de nata de montar 35% M.G.
-1 tableta de 250gr de turrón de Jijona
-120ml. de leche
-1 yema de huevo
-7 hojas de gelatina
-1 base de bizcocho genovés (es el mismo bizcocho que el del brazo de gitano que podéis ver pinchando aquí)
Para el almíbar de bañar el bizcocho:
-1 vaso de agua
-1/2 vaso de azúcar
-1/2 vaso de brandy
Para decorar
-almendra crocante
-virutas de chocolate
-christmas toppers
Preparación:
Comenzamos poniendo las hojas de gelatina en agua fría. Reservamos.
Cortamos la plancha del bizcocho del tamaño de la base de un molde desmontable. El mío es el molde de Lekué de 23cm., que tiene una base cerámica, que permite servir directamente la tarta en la misma, pero si no tenéis ese molde, cortáis un círculo de papel de hornear del tamaño de la base del molde, y después ponemos la plancha de bizcocho encima.
Lo siguiente será emborrachar el bizcocho, para ello hacemos un almíbar ligero poniendo 1 vaso de agua y ½ vaso de azúcar al fuego, cuando hierva y el azúcar se haya disuelto, añadimos ½ vaso de brandy, dejamos que hierva unos minutos más para que se evapore el alcohol, y con el almíbar caliente, y la ayuda de un pincel de silicona, emborrachamos bien todo el bizcocho. Reservamos.
Aparte batimos la leche y la yema de huevo. Ponemos al fuego, y cuando esté a punto de entrar en ebullición, añadimos el turrón previamente desmenuzado (las manos bien limpias son la mejor herramienta). Removemos la mezcla con una cuchara de madera, durante unos minutos, intentando deshacer los grumos de turrón. Después de que el turrón esté bien integrado (si os siguen quedando grumos podéis utilizar la batidora para deshacerlos), vamos añadiendo las hojas de gelatina de una en una, hasta integrarlas todas. Reservamos.
Cuando la mezcla de turrón esté templada, montamos la nata en la batidora, y luego la añadimos a la nata, y continuamos batiendo unos segundos hasta conseguir una mezcla homogénea.
Por último echamos esta mezcla en el molde, alisando la superficie con una espátula, y guardamos en la nevera unas 8 horas. Mejor dejarlo de un día para otro.
Por último solo nos queda desmoldar, decorar con virutas de chocolate y almendra crocante, y si tenéis por casa algún adorno típico de estas fechas también se lo ponéis, porque queda bonito, y por los ojos también entra la comida.
Y esto ha sido todo por hoy. Espero que la receta haya sido de vuestro agrado.
Un abrazo.
Vaya delicia de tarta
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