Después de más de un mes sin publicar, hoy vuelvo con una nueva receta, y esta vez con una propuesta dulce que seguro que la mayoría ya conocéis, se trata de la afamada tarta de queso del restaurante La Viña de San Sebastián
Fijaros si es famosa que es considerada una de las mejores tartas de queso del
mundo, pues además de arrasar en las redes, su fama traspasa fronteras llegando
incluso a países como Japón o Turquía. En el extranjero la conocen como San
Sebastián Cheesecake.
En el restaurante la Viña del casco viejo de San Sebastián llevan muchos años
preparándola, y en el 2018 fue reconocida como la mejor tarta de queso de
España.
Si os gustan las tartas de queso, en especial las horneadas, no dejéis de
hacerla porque no tiene ninguna dificultad y estoy segura de que os encantará.
Los ingredientes necesarios para elaborarla son:
-600gr. de queso crema philadelphia
-300ml de nata líquida de montar (35% M.G.)
-230gr. de azúcar
-4 huevos grandes
-15gr. de harina
Preparación:
En un cuenco batimos el queso crema y el azúcar con unas varillas, cuando estén
mezclados añadimos los huevos ligeramente batidos y removemos hasta que esté
todo integrado. No necesitamos introducir aire en la mezcla, simplemente se
necesita que quede una mezcla homogénea.
Seguidamente añadimos la nata sin montar y la harina tamizada y batimos solo
hasta que veamos que está todo mezclado y no queda ningún grumo de harina.
A continuación cogemos una lámina de papel sulfurizado o papel de hornear, la
mojamos bajo el grifo del agua fría, luego la arrugamos para escurrirle el
agua, y con ella forramos el molde.
Con el horno precalentado a 180ºC con calor arriba y abajo, horneamos de 50
minutos a 1 hora, dependiendo de si queremos que salga con el centro cremoso o
con cocción completa.
Durante la cocción en el horno la tarta sube mucho, y al sacarla bajará
bastante, de todos modos para evitar que baje en exceso, una vez que esté
cocida apagamos el horno, abrimos ligeramente la puerta, y la dejamos en el
interior durante aproximadamente 5 minutos. Después la retiramos y la colocamos
sobre una rejilla hasta que enfríe por completo.
Por último cuando esté fría la dejamos en la nevera durante 24 horas, para que
se asienten los sabores. Se desmolda cuando se vaya a servir, es decir, después
de pasar por el frigorífico, porque conviene que esté bien fría para evitar que
se deforme al desmoldarla.
Como veis es una receta de lo más sencilla, con la que quedar de lujo cuando
tengáis invitados en casa, sin pasar apenas trabajo y con la ventaja añadida de
que se prepara con antelación.
Nada más por esta ocasión. Dentro de unos días os espero con una nueva receta.
Un abrazo