Se acerca la Semana Santa, y los escaparates de las pastelerías se llenan del dulce típico por excelencia de estas fechas: las torrijas.
Parece mentira que con unos ingredientes tan básicos como son la leche, el pan, y los huevos surja un postre tan delicioso. Y parece mentira también que algo tan exquisito y fácil de hacer se consuma sólo durante unos días al año, aunque bueno, eso podemos ponerle remedio nosotros mismos.
Yo siempre que llegan estas fechas y hago torrijas, me digo que las tengo que hacer más a menudo, pero luego pasa el tiempo y nunca me pongo a ello. Lo mismo me ocurre con otros postres típicos que también me encantan como las “filloas”, las “orellas” y las flores de Carnaval, el roscón de Reyes, etc. Por otro lado, hace años que visito blogs de cocina, y tengo tantas recetas pendientes que le faltan días al año para poder hacer todo lo que quisiera.
Esta receta que subo hoy al blog es quizás la más tradicional, pero aparte de ésta, tengo otra receta de torrijas, hechas con pan de brioche, y caramelizadas. Un postre absolutamente delicioso, que combina la jugosidad de la torrija en sí, con la costra del caramelo que se crea en la superficie, algo verdaderamente sublime. Más adelante subiré esta receta, pero hoy vamos con éstas, más tradicionales, e igualmente deliciosas.
Ingredientes:
-1 barra de pan del día anterior
-1 litro de leche
-1 palo de canela en rama
-la cáscara de medio limón
-3 huevos
-azúcar al gusto
-canela molida
-aceite de girasol para freír
Preparación:
En primer lugar tenemos que aromatizar la leche, para ello la ponemos en un cazo al fuego y añadimos el palo de canela y la corteza de limón, procurando que ésta última no lleve nada de la parte blanca porque le da amargor.
Cuando la leche llegue al punto de ebullición la retiramos del fuego, añadimos azúcar a nuestro gusto, removemos para disolver y dejamos en infusión hasta que la leche esté tibia. En ese momento la colamos para retirar la canela en rama y la corteza de limón, la ponemos en una fuente honda y reservamos.
Aparte cortamos el pan en rodajas de centímetro y medio de grosor aproximadamente, las mojamos bien en leche y dejamos reposar en una rejilla alrededor de media hora.
Mientras batimos los huevos, y ponemos una sartén al fuego con abundante aceite de girasol. Cuando el aceite esté caliente pasamos las rodajas de pan por huevo batido y las vamos friendo hasta que queden doradas por fuera y jugosas por dentro.
A continuación las pasamos a una fuente sobre papel absorbente, y cuando hayamos terminado con todas, las colocamos una fuente de servir y espolvoreamos por encima de cada una, una pizca de azúcar y canela molida mezcladas a partes iguales, y listas para llevar a la mesa y disfrutar de un auténtico manjar.
Espero que os guste. Un beso y hasta pronto.