martes, 14 de septiembre de 2021

Empanada de bacalao con uvas pasas en horno de leña


Hola amig@s,

Desde el pasado mes de diciembre no he vuelto a realizar publicaciones en el blog, porque en el mes de enero falleció mi madre, la luz de mi vida.

Ya nada será igual sin ella, pero ahora que llegó septiembre y es el mes de la vuelta a la rutina, mi intención es continuar con la actividad en el blog, por mí, y también por ella, porque sé que es lo que le gustaría.

Una de las cosas que a ella le gustaba mucho era la empanada de bacalao con uvas pasas, y como la tenía en la carpeta de borradores desde hace tiempo, ha sido la elegida en esta ocasión.

Cuando tengo tiempo y ganas la hago en horno de leña, que da un poco más de trabajo, pero tiene aún mejor sabor, si cabe. Por supuesto que se puede hacer en horno convencional, de hecho yo la hago muchas veces. A continuación os detallo la lista de los

Ingredientes:

Para la masa
-300 ml. de agua
-480gr. de harina de fuerza
-25gr. de levadura fresca ó un sobre de levadura de panadería deshidratada
-una pizca de sal
-una cucharada de aceite de oliva

Para el relleno
-500gr. de bacalao desalado
-250gr. de uvas pasas
-4 cebollas medianas
-pimientos rojos en conserva (o asados y sin piel ni semillas)
-aceite de oliva virgen extra
-una cucharada de pimentón dulce
-sal

Preparación:

En primer lugar preparamos el relleno, porque lo ideal es que esté frío cuando formemos la empanada. Para ello cubrimos el fondo de una sartén con aceite de oliva virgen extra, cuando esté caliente añadimos la cebolla, salamos y removemos, y a continuación bajamos el fuego al mínimo, dejando que se vaya pochando muy lentamente, entre 30 y 40 minutos, removiendo de vez en cuando. Cuando esté la cebolla bien pochada, retiramos del fuego, y añadimos el pimentón, removemos bien y con una cuchara retiramos el exceso de aceite a un recipiente (lo necesitaremos después para pintar la empanada al final).

Mientras la cebolla se va pochando aprovechamos para hidratar las uvas pasas, para ello las ponemos en un cuenco, las cubrimos con agua caliente y reservamos.

Por otro lado desmigamos el bacalao con las manos, le retiramos las espinas, y lo escurrimos bien.

Al final cuando la cebolla esté pochada y hayamos apartado el exceso de aceite, le añadimos el bacalao y las uvas pasas bien escurridas, mezclamos bien y reservamos hasta el momento de rellenar la empanada.

Con el relleno ya listo, lo siguiente es hacer la masa, para ello echamos el agua tibia en un bol, añadimos la sal y la cucharada de aceite (sirve el que nos sobró de pochar la cebolla, teniendo cuidado de que nos quede suficiente para pintar la empanada en el paso final), mezclamos y seguidamente vamos añadiendo la harina poco a poco. Después de echar el primer puñado de harina y cuando esté bien integrada, añadimos la levadura desmenuzándola con las manos, removemos bien y seguimos añadiendo harina hasta incorporarla toda. Al principio podemos utilizar un batidor de varillas, y después cuando la masa se empiece a desprender de las paredes amasamos a mano, mínimo diez minutos.

Se puede amasar en la batidora, y también en la panificadora, utilizando el programa de amasado que en la mía dura 20 minutos, o en la thermomix siguiendo los siguientes pasos:

1-Añadir el agua, la sal y el aceite al vaso, y programar, 3 minutos/temperatura 37º/ velocidad cuchara

2-Añadir la harina y por último la levadura desmenuzada, y programar función amasar, 3 minutos/ velocidad espiga.

Una vez hecha la masa, la dejamos reposar en un lugar cálido, dentro de un recipiente tapado con papel film o con un paño de cocina, para evitar las corrientes de aire, hasta que doble el volumen.

Cuando haya doblado el volumen, la amasamos de nuevo un par de minutos sobre la encimera untada con un poco de aceite, y la dividimos en dos mitades, una ligeramente más grande que la otra.

La mitad más grade la estiramos bien con el rodillo y la colocamos en la bandeja del horno sobre papel de hornear, luego en el centro añadimos todo el relleno, y después como la masa tiende a encogerse, con la mano izquierda vamos estirando del centro hacia los bordes, y con la otra mano extendemos el relleno.


Cuando tengamos todo el relleno extendido de manera uniforme, ponemos por encima unas tiras de pimiento rojo


Cubrimos con la otra mitad de la masa, sellando los bordes con las manos. En el centro hacemos un agujero para que salga el vapor durante la cocción.


Por último con un pincel pintamos con el aceite que habíamos reservado del relleno.


La metemos en el horno, previamente calentado a 180ºC, justo en la parte central, 15 minutos con calor abajo, luego otros 15 minutos con calor arriba y abajo, y por último calor solo arriba hasta que coja un bonito color dorado.

En horno de leña ya es más complicado. A mí me dieron un truco, y es que una vez calentado el horno y retirado los rescoldos, esperar hasta que se pueda esparcir una cucharada de harina por la superficie y no se queme. Después hay que ir vigilando de vez en cuando por la mirilla hasta que veamos que está hecha.


Parece muy complicado pero es más laborioso que difícil, de todos modos el esfuerzo merece la pena, porque está verdaderamente deliciosa. Espero que os guste.

Un abrazo


miércoles, 9 de diciembre de 2020

Casita de galletas de Navidad


Es una tradición hornear galletas por Navidad, y aunque este año no he podido hacerlo, tenía en la carpeta de borradores una casita de galletas que hice el año pasado y aprovecho ahora para compartir con vosotros las fotos, y la receta por supuesto.

No os negaré que es un trabajo un tanto laborioso, pero tuve la ayuda de una amiga que se encargó de hornearme las galletas, yo lo que hice fue elaborar la masa, ensamblar las piezas y decorarla. 

Yo ya tenía en mente hacer una casita de galletas, y esta amiga tenía que hacerle un regalo a un niño y coincidimos en que era una buena idea la casita de galletas, así matábamos dos pájaros de un tiro.

Lleva chuches en su interior, y también en la decoración, demasiadas para mi gusto pues yo hubiera preferido un diseño mas navideño, pero me tuve que adaptar.

Para elaborarla tenéis que disponer de un juego de moldes con todas la piezas que hay a la venta en tiendas de repostería, o bien imprimir algún diseño que encontréis, recortarlo y utilizarlo como plantilla. En este caso opté por esta última opción, no obstante tuvimos un fallo, y es que nos olvidamos de la chimenea, pero como no vamos a hacer fuego en ella, tampoco pasa nada ;)
Os digo ya lo que necesitáis para prepararla

Ingredientes:

-400gr. de harina de repostería
-200gr. de mantequilla a temperatura ambiente
-1 huevo
-1 yema de huevo
-120gr. de azúcar
-unas gotas de esencia concentrada de anís
-una pizca de sal

Para la glasa de unir las piezas
-1 clara de huevo (preferiblemente pasteurizada)
-200gr. de azúcar glass
-5 gotas de vinagre de manzana

Para la decoración
-chuches variados y lacasitos

Preparación:

Tamizamos la harina sobre la encimera. Hacemos un hueco en el centro como si se tratase del cráter de un volcán. En él echamos los restantes ingredientes: la mantequilla cortada en daditos, el huevo, la yema, el azúcar, la esencia de anís y la sal.

Con las manos amasamos el conjunto hasta formar una masa homogénea. No hay que amasar mucho tiempo, solo lo necesario para que se integren bien todos los ingredientes, y luego formamos una bola y la dejamos reposar durante una hora en el frigorífico, cubierta con papel film.

A continuación colocamos una lámina de film transparente sobre la encimera, y ponemos en el centro la masa, por encima ponemos otra lámina de film transparente, y después con un rodillo de cocina aplanamos hasta que la masa quede de un grosor aproximado de unos 3mm. Luego retiramos la lámina de plástico de arriba, y con los moldes cortapastas o colocando encima la plantilla, según lo que usemos, vamos cortando las galletas y las colocamos en la bandeja del horno, sobre papel sulfurizado.

Seguidamente precalentamos el horno a 180º con calor arriba y abajo, las horneamos por espacio de 10 minutos aproximadamente, cuidando que no se doren en exceso.
Finalmente las sacamos del horno, y las dejamos enfriar sobre una rejilla antes de decorarlas.

Mientras las galletas enfrían, preparamos la glasa, para ello batimos las claras ligeramente, añadimos las gotas de vinagre, y después vamos añadiendo el azúcar glass poco a poco, sin dejar de remover. Para que os hagáis una idea, os quedará una pasta de una consistencia parecida a la pasta de dientes. 

Con esta glasa, conocida con el nombre de glasa de escritura o glasa de delineado, uniremos las distintas galletas para formar la casita, pero antes de eso utilizaremos esta misma glasa para hacer las tejas, para ello introducimos toda la glasa en una manga pastelera con una boquilla del número 2 ó 3, después empezaremos pegando la boquilla a la galleta, apretamos un poco y levantamos hacia arriba formando un ángulo de unos 45º, presionando siempre de manera suave y constante sobre la manga, avanzamos llevando el cordón de glasa en el aire en todo momento, hasta llegar al final, que de nuevo pegamos la boquilla a la galleta y retiramos. Se trataría de hacer un enrejado de líneas verticales y horizontales que se asemeje a un tejado.

Finalmente con la glasa restante vamos pegando las diferentes piezas de la casita, esperando a que se seque la última que hemos puesto antes de añadir una pieza nueva.

Cuando todas estén ensambladas, y la casa haya tomado forma, la decoramos con chuches y lacasitos al gusto de cada uno, y los que nos sobren los introducimos en el interior por la puerta y las ventanas.

Por último envolvéis vuestra obra en una lámina de polipropileno transparente, la decoráis con una cinta y una etiqueta, y seguro que  al niñ@ que la reciba se le dibuja una preciosa sonrisa en su rostro.

Para finalizar os dejo con otras imágenes de la casita, y por hoy me despido hasta el próximo día.

Que seáis muy felices. Un abrazo y gracias por seguirme.


Vista frontal

Vista lateral

Envuelta para regalar

lunes, 16 de noviembre de 2020

Bombones de frambuesa y foie gras de pato con escamas de sal

Muchas veces nos quejamos de que los comercios cada vez adelantan más la campaña navideña, una práctica que me da la impresión de que ha ido calando en la sociedad y cada vez colocamos la decoración en casa con más antelación. Yo hasta principios de diciembre nunca lo he hecho, eso como muy temprano, sin embargo este año ya he visto en las RR SS a varias personas que se han puesto a ello, supongo que algo habrá influido la situación anómala que atravesamos por la crisis sanitaria del coronavirus. Os comento esto porque la receta que os traigo hoy resulta un aperitivo ideal  para los menús navideños y por supuesto para cualquier otra celebración. Se trata de un bocado exquisito, que se prepara con antelación y resulta muy sencillo. Os aseguro que sorprenderá a vuestros invitados.

Comentaros antes de entrar en materia que para elaborar estos bombones necesitaréis unos moldes iguales o parecidos a los que veis en las fotografías de abajo. Mejor sería con forma redondeada porque así la presentación queda mejor, pero sirve con cualquier forma, lo que sí es necesario es que sean de silicona para desmoldarlos sin problema.

Ingredientes:

Para la gelatina de frambuesa
-125gr. de frambuesas frescas
-200ml. agua 
-60gr. de azúcar
-6 hojas de gelatina 

Para la mousse de foie gras
-150gr. de foie gras de pato
-200gr. de nata líquida de cocinar
-50gr. de leche entera
-una pizca de sal
-escamas de sal maldon para poner por encima al servir
-pimienta negra recién molida (yo uso mezcla de pimientas)
-6 hojas de gelatina 
-2 cucharadas de azúcar
-30gr. de vino Oporto (un chorrito)

Preparación:

Empezamos preparando la gelatina de frambuesa, para ello en primer lugar ponemos las hojas de gelatina en un plato hondo y las cubrimos con agua para que se hidraten durante unos minutos.

Mientras  echamos en un cazo las frambuesas, 200ml de agua y el azúcar, y llevamos a ebullición removiendo de vez en cuando. Cuando empiece a hervir pasamos la mezcla por un colador para retirar las semillitas de las frambuesas y ponemos la mezcla ya colada de nuevo al fuego. Cuando esté a punto de ebullició, apagamos el fuego, añadimos las hojas de gelatina escurridas, y cuando estén incorporadas,  vertemos la mezcla en los moldes llenando hasta la mitad.

Los moldes debéis de tenerlos sobre una superficie rígida para poder transportarlos hasta el frigorífico sin que se desparrame el líquido. Allí deberán permanecer hasta que la gelatina esté bien fría y cuajada.

Una vez preparada la gelatina de frambuesa toca preparar la mousse de foie gras, para lo cual empezamos también poniendo las hojas de gelatina en un plato hondo cubiertas con agua para que se hidraten.

En un cazo echamos la leche, el foie gras, la nata, el Oporto, la sal, el azúcar y la pimienta recién molida, mezclamos con unas varillas y llevamos al fuego hasta que empiece a hervir, en ese momento trituramos para que no quede ningún grumo, agregamos la gelatina y volvemos a remover hasta que se integre en la mezcla. Dejamos que pierda temperatura hasta que esté tibia, y rellenamos la mitad sobrante de los moldes, pero antes con la punta de un palillo limpio hacemos unas pequeñas incisiones en forma de cruz en el centro de la gelatina de frambuesa (me olvidé de sacar foto) para que luego al desmoldar no se separen las dos capas. Que no lleguen al fondo, porque luego la presentación se vería afectada.
Llevamos de nuevo al frigorífico para que la mousse de foie gras de pato se solidifique y cuando vayamos a servirlos retiramos los moldes del frigorífico, desmoldamos con cuidado y servimos con escamas de sal maldon por encima.
 

Espero que os haya gustado la receta de hoy y os sirva para elaborar vuestros menús en ocasiones especiales o un día que os queráis dar un capricho así sin más.

Un abrazo. Cuidaros mucho

martes, 3 de noviembre de 2020

Risotto de setas y trufa negra

 
Cada vez conozco a más gente que le encanta al otoño, pero no es precisamente mi caso. Del otoño lo único que me gusta son los colores ocres que tiñen el paisaje otorgándole un encanto especial, por lo demás solo le veo desventajas, la principal la falta de horas de luz, y también la bajada de temperaturas, la lluvia y la humedad características climáticas de esta estación por estos lares.

Desde el punto de vista gastronómico, el otoño es época de membrillos, de boniatos, castañas, calabazas, de setas..., y curiosamente tampoco soy especialmente fan de ninguno de estos productos, los consumo pero sin demasiado entusiasmo. Definitivamente no me gusta el otoño, pero a estas alturas del año, se ha hecho evidente en todas sus manifestaciones y no puedo ignorarlo aunque quiera, basta con subir la persiana por las mañanas cuando me levanto para percibirlo, así que para ir acorde con esta época del año, hoy os traigo la receta de un plato de origen italiano con un toque muy otoñal, me refiero a un risotto de setas y trufa negra.

Si os gustan los risottos y os gustan las setas os va a encantar, porque resulta muy aromático. Si hasta a mí me encanta que no soy muy fan de las setas, es porque está rico de verdad.

He de aclarar que las setas que he utilizado son setas de cultivo, no setas silvestres, pues nunca me he atrevido a ir al monte a buscarlas ya que para mí es un mundo bastante desconocido y tengo miedo a una intoxicación. Si utilizáis vuestras setas silvestres favoritas, qué duda cabe que el plato gana enteros.

Ingredientes:

-380gr. de arroz especial para risotto
-1 litro de caldo de caldo de ave o caldo de verduras
-450gr de setas variadas (en mi caso champiñones y pleurotus ostreatus)
-1 trufa negra
-1 vaso de vino blanco
-2 dientes de ajo
-1 cebolla grande
-50gr. de mantequilla
-100gr. de queso parmesano
-50gr. de aceite de oliva
-sal

Preparación:

En una olla ancha y plana echamos el aceite y a fuego bajo rehogamos la cebolla picada finamente hasta que tome un color transparente, después añadimos los ajos pasados por el prensa ajos, removemos y a continuación añadimos los champiñones limpios cortados en láminas y las setas cortadas en trozos medianos, cocinamos esta vez a fuego medio y removiendo constantemente hasta que se consuma el líquido que sueltan las setas y los champiñones, entonces añadimos el arroz, rehogamos bien durante un par de minutos, después añadimos el vino blanco y esperamos al menos otro par de minutos más hasta que se evapore el alcohol, y luego añadimos todo el caldo en tres veces, removiendo constantemente, y esperando a que se consuma el caldo añadido, antes de añadir más cantidad.

Es importantísimo no dejar de remover durante todo el tiempo de cocción del arroz, pues eso hará que suelte el almidón y que quede mucho más cremoso.

Cuando añadamos el caldo restante por tercera y última vez, añadimos también sal al gusto y el queso parmesano. Seguimos removiendo un par de minutos. Para entonces el arroz ya tendrá un aspecto muy cremoso, y si lo probamos notaremos que está al dente, es entonces cuando añadimos la mantequilla y la trufa rallada, removemos bien durante otro par de minutos y finalmente retiramos del fuego, y listo para servir a la mesa y disfrutar de un risotto absolutamente delicioso y muy aromático.

Espero que os guste mi receta de hoy. Nos vemos dentro de los días. Mientras que seáis todo lo felices que se pueda ser dentro de la situación que nos está tocando vivir

Un abrazo

viernes, 30 de octubre de 2020

Galletas con forma de calabaza para Halloween



Hoy os traigo unas galletas cuya receta saqué de un libro que me regalaron por un cumpleaños, y se titula "111 galletas con 1 masa"

Es una masa muy fácil y resulta ideal si lo que queremos al final es decorar las galletas, tanto si es con fondant como hice yo en esta ocasión, como con glasa.

Respecto a la decoración siendo hoy el último día de octubre, la temática es casi obligado que sea de halloween, así aproveché para estrenar unos moldes con forma de calabaza que llevan un par de años al menos en la alacena de la cocina.

Sin más rodeos, os detallo a continuación la lista de

Ingredientes:

-125gr. de harina de repostería (sirve harina común de todo uso)
-1 yema de huevo
-50gr. de azúcar
-1 pizca de sal
-100gr. de mantequilla a temperatura ambiente
-la ralladura de un limón
-fondant para decorar (podéis ver la receta pinchando aquí)
-colorantes alimentarios en gel

Preparación:

Comenzamos tamizando la harina en la encimera, y hacemos un hoyo en el centro como si se tratase del cráter de un volcán. Echamos en él la yema de huevo, el azúcar, la sal, la mantequilla cortada en cubitos y la ralladura del limón.

Trabajamos todos los ingredientes con las manos hasta obtener una mezcla homogénea y formamos una bola. La envolvemos en papel film y la dejamos en el frigorífico al menos dos horas.

Después precalentamos el horno a 180 ºC y forramos una bandeja con papel vegetal. Espolvoreamos un poco de harina en la encimera y con un rodillo estiramos la masa hasta dejarla de un grosor de unos 4mm, después cortamos las galletas con el cortapastas y las colocamos en la bandeja, luego las horneamos a media altura, con calor arriba y abajo, hasta que cojan un ligero color dorado. Seguidamente retiramos del horno y dejamos enfriar dentro de la bandeja, la cual colocaremos sobre una rejilla para que circule el aire por abajo.

Una vez frías, toca decorarlas con el fondant, el cual lo podéis comprar o bien prepararlo vosotros en casa con la receta cuyo enlace os dejo en la lista de ingredientes. Si lo hacéis en casa tenéis que colorearlo, para ello os aconsejo que utilicéis colorante en gel, pues es fácil de teñir con él, y al ser en gel no cambia apenas la textura del fondant, cosa que sí ocurriría con los colorantes líquidos.

Si hacéis calabazas como hice yo en esta ocasión, necesitaréis el color negro, el color verde y el color naranja. Yo uso siempre colorantes de la marca Wilton porque van muy bien, y se mezclan fácilmente. En este caso necesitaba el color negro, el verde y el naranja. Los dos primeros los tenía, pero el naranja no, y para hacerlo mezclé 1/3 de color rojo magenta con 2/3 de color amarillo.

Para colorear el fondant, hacéis una bola con él, luego con los dedos formáis un hueco en el centro, y con la ayuda de un palillo vais echando poco a poco y amasando con las manos hasta conseguir la intensidad deseada. Para no mancharos las manos os aconsejo que utilicéis unos guantes de látex deshechables.

Finalmente solo queda cortar el fondant con el cortapastas y colocarlo encima de la galleta. Para pegar el fondant a la galleta podéis utilizar pegamento alimentario que venden en las tiendas especializadas de repostería, pero sirve perfectamente (y es más natural) la mermelada. Untáis una finísima capa de mermelada sobre la galleta y encima colocáis el fondat. Después se deja secar durante unas horas, y cuando esté seco si tenéis niños en la familia o en vuestro entorno más cercano, metéis una galleta de estas en una bolsa de las que se utilizan para las chuches, la atáis con una rafia y seguro que les hace una ilusión enorme cuando la reciban.

Y con esto finalizo por hoy, nos vemos pronto. Espero y deseo que disfrutéis del fin de semana aunque las circunstancias no son muy propicias.

Un abrazo

lunes, 26 de octubre de 2020

Pan de Muerto


El Pan de Muerto, es un pan dulce típico de México, país en el que la celebración del Día de Muertos (conocido aquí en España como día de Difuntos) es una de las más importantes del calendario religioso y cultural del país, al punto de que en el año 2003 la UNESCO declaró la festividad dedicada a los muertos en México como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad.

Aunque de entrada pueda resultar un tanto contradictorio, en esta festividad los mexicanos celebran “la vida” de los seres queridos que han fallecido. Con las celebraciones que tienen lugar desde el 31 de octubre al 2 de noviembre, se honra a los fallecidos con elementos que demuestran que los difuntos siempre estarán invitados a la mesa de los vivos, de hecho se considera que durante esos días el espíritu de los muertos regresa a reunirse con sus familiares, los cuales para honrarles levantan altares.

En los altares no puede faltar una foto del difunto, también la flor simbólica de estas festividad conocida como Flor de Cempasúchil, de color amarillo-anaranjado, por cuyo color y olor es la encargada de conducir a los difuntos hacia la ofrenda. En esos altares colocan también cirios, agua para que las almas calmen su sed después de un largo viaje y repongan fuerzas para el camino de vuelta. También colocan sal como elemento purificador para que las almas no se corrompan en su viaje de vuelta al más allá, y por supuesto no puede faltar la comida preferida del difunto, y en este apartado nunca falta el protagonista por excelencia de esta celebración: el pan de muerto.

No existe una sola receta ni una sola forma para el pan de muerto, pues varía según la zona del país, pero el más común es el que os presento hoy, el cual como no podía ser de otra forma, también está cargado de simbolismo.

Como podéis ver en la foto, se trata de un bollo redondo, y esa forma redonda representa el ciclo de la vida, arriba lleva unas tiras de masa que representan las extremidades superiores e inferiores del difunto, y encima de todo lleva una bolita más pequeña coronando el pan, la cual representa el cráneo.

Cómo me gustaría visitar México en esta época del año..., es de esas cosas que me gustaría vivir una vez en la vida, pero toca esperar porque tal y como está el panorama no está la cosa para viajar, y por otra parte no me atrevo a cruzar el charco con mi madre enferma, de modo que ojala tarde muchísimo en poder cumplir ese sueño porque eso significará que mi madre me acompañará mucho años más, y ese sin duda alguna es mi principal deseo.

Pero aunque lo de viajar a México tendrá que esperar, lo que sí he hecho ya ha sido probar su famoso pan de muerto y os aseguro que está absolutamente delicioso. Lo haré muchas más veces porque nos encantó.

He visto varias recetas por la red, y al final me decanté por esta que podéis ver pinchando aquí, pues su autora es toda una experta en lo que a elaboración de masas se refiere.

Si hacéis como yo, y utilizáis una amasadora o una panificadora, el proceso es mucho más sencillo, porque a mano hay que amasar bastante tiempo para que se desarrolle el gluten y para los que no les guste trabajar con masas puede resultar bastante tedioso.

Y sin más dilación, os detallo la lista de ingredientes:

Para el prefermento

-70gr. de harina de fuerza
-90gr. de leche entera
-2 huevos medianos
-21gr. de levadura fresca (ó 7gr. de levadura seca)
-20gr. de azúcar

Para la masa

-Todo el prefermento
-330gr. de harina de fuera
-80gr. de azúcar
-5gr. de sal
-95gr. de mantequilla sin sal
-1yema de huevo
-1 cucharadita de agua de azahar
-ralladura de 1 naranja

Preparación:

Empezamos preparando el prefermento, para ello ponemos la leche al fuego, y cuando empiece a levantar el hervor apartamos del fuego y dejamos reposar hasta que esté tibia, en ese momento añadimos la levadura, desleímos, y añadimos el azúcar y los huevos ligeramente batidos, mezclamos todo bien y por último echamos la harina, mezclamos hasta que esté integrada y luego dejamos en un lugar cálido hasta que triplique el volumen. A mí me tardó 30 minutos y la tenía tapada con papel film cerca de la cocina de leña con una temperatura ambiental en torno a los 25ºC.

Cuando el prefermento haya triplicado el volumen, removemos con una cuchara, y dejamos reposar de nuevo hasta que de nuevo triplique el volumen. Cuando eso vuelva a suceder removemos nuevamente con una cuchara y dejamos que vuelva a triplicar el volumen por tercera y última vez (tened mucho cuidado, porque la segunda y tercera vez la masa del prefermento tarda mucho menos en subir y triplicar el volumen, de modo que no os vayáis lejos y no la perdáis de vista).

Cuando haya subido por tercera vez volvemos a remover con una cuchara para que baje, y echamos todo el prefermento en la cubeta de la panificadora. Echamos también la mantequilla a temperatura ambiente, la yema de huevo, la ralladura de naranja, una cucharadita de agua de azahar, el azúcar, la harina y la sal y seleccionamos el programa de solo amasado que en mi máquina es el número 11 y tiene una duración de 20 minutos. Al finalizar el programa dejo reposar la masa dentro de la cubeta durante 10 minutos y luego vuelvo a iniciar el mismo programa para continuar amasando otros 20 minutos más. De nuevo dejo reposar la mas otros 10 minutos y después la saco de la cubeta y le doy forma a los bollos.

Para darle la forma característica apartamos 95gr. de masa para hacer el cráneo y los huesos de las extremidades. La masa restante la dividimos en dos partes iguales, le damos forma redonda y colocamos en una bandeja de horno sobre papel sulfurizado.

A los 95gr. de masa que habíamos apartado le añadimos 5gr. de harina e integramos bien. Esto se hace para que cuando formemos los huesos que representan las extremidades éstos mantengan bien la forma. Después dividimos esta masa en cuatro trozos de 20gr. y dos trozos de 10gr. Con los primeros haremos los huesos para ello formamos unos bastoncillos o cilindros rodando la masa sobre la superficie de trabajo y luego presionando con los dedos anular, corazón e índice damos forma a las articulaciones. Después colocamos dos cruzados sobre cada bollo y encima coronamos con una bolita en cada uno de los bollos que formaremos con las dos porciones de 10gr. de masa que teníamos reservada.

Con el pan de muerto ya formado ahora hay que cubrirlo con papel film untado en aceite para que no haga costra por encima y esperar a que doble el volumen, para ello yo los pongo dentro del horno cerrado a 30ºC para acelerar el proceso.

Cuando han crecido el doble, los retiro del horno, subo la temperatura del mismo con calor arriba y abajo hasta los 150ºC, mientras retiro el papel film de encima de los bollos, los espolvoreo por encima con azúcar, y cuando el horno haya alcanzado la temperatura seleccionada, los introduzco en el horno y cambio el fuego dejándolo solo por abajo. Después cuando los bollos alcanzan un bonito color dorado por encima apago el fuego, retiro la bandeja del horno y la coloco sobre una rejilla hasta que enfríen.

Después ya solo queda preparar un chocolate bien caliente y disfrutar de este rico pan tan cargado de sabor y simbología.

Espero que os haya gustado mi receta de hoy. Dentro de unos días volveré con una nueva propuesta. Mientras tanto que seáis muy felices.

Un abrazo

domingo, 11 de octubre de 2020

Tarta de queso del restaurante La Viña (San Sebastián Cheesecake)

Después de más de un mes sin publicar, hoy vuelvo con una nueva receta, y esta vez con una propuesta dulce que seguro que la mayoría ya conocéis, se trata de la afamada tarta de queso del restaurante La Viña de San Sebastián

Fijaros si es famosa que es considerada una de las mejores tartas de queso del mundo, pues además de arrasar en las redes, su fama traspasa fronteras llegando incluso a países como Japón o Turquía. En el extranjero la conocen como San Sebastián Cheesecake.

En el restaurante la Viña del casco viejo de San Sebastián llevan muchos años preparándola, y en el 2018 fue reconocida como la mejor tarta de queso de España.

Si os gustan las tartas de queso, en especial las horneadas, no dejéis de hacerla porque no tiene ninguna dificultad y estoy segura de que os encantará.

Los ingredientes necesarios para elaborarla son:

-600gr. de queso crema philadelphia
-300ml de nata líquida de montar (35% M.G.)
-230gr. de azúcar
-4 huevos grandes
-15gr. de harina

Preparación:

En un cuenco batimos el queso crema y el azúcar con unas varillas, cuando estén mezclados añadimos los huevos ligeramente batidos y removemos hasta que esté todo integrado. No necesitamos introducir aire en la mezcla, simplemente se necesita que quede una mezcla homogénea.

Seguidamente añadimos la nata sin montar y la harina tamizada y batimos solo hasta que veamos que está todo mezclado y no queda ningún grumo de harina.

A continuación cogemos una lámina de papel sulfurizado o papel de hornear, la mojamos bajo el grifo del agua fría, luego la arrugamos para escurrirle el agua, y con ella forramos el molde.

Con el horno precalentado a 180ºC con calor arriba y abajo, horneamos de 50 minutos a 1 hora, dependiendo de si queremos que salga con el centro cremoso o con cocción completa.

Durante la cocción en el horno la tarta sube mucho, y al sacarla bajará bastante, de todos modos para evitar que baje en exceso, una vez que esté cocida apagamos el horno, abrimos ligeramente la puerta, y la dejamos en el interior durante aproximadamente 5 minutos. Después la retiramos y la colocamos sobre una rejilla hasta que enfríe por completo.

Por último cuando esté fría la dejamos en la nevera durante 24 horas, para que se asienten los sabores. Se desmolda cuando se vaya a servir, es decir, después de pasar por el frigorífico, porque conviene que esté bien fría para evitar que se deforme al desmoldarla.

Como veis es una receta de lo más sencilla, con la que quedar de lujo cuando tengáis invitados en casa, sin pasar apenas trabajo y con la ventaja añadida de que se prepara con antelación.

Nada más por esta ocasión. Dentro de unos días os espero con una nueva receta.

Un abrazo

lunes, 31 de agosto de 2020

Ensalada de burrata, rúcula, tomates secos y piñones


A punto de despedir agosto, y ya en la recta final de este atípico verano, no tanto en lo climatológico como en lo social por el tema del covid, aprovecho para traeros la receta de una ensalada riquísima que preparé varias veces en los últimos meses.

En el penúltimo post subí la receta de la ensalada caprese, que combina albahaca, tomate y mozzarella, un queso de origen italiano. Pues bien, la que os propongo hoy también lleva un queso de origen italiano, primo hermano de la mozzarella, en este caso el queso burrata.

Hay quien considera la burrata como un tipo de mozzarella, debido a que la mozzarella es  su principal ingrediente, pero la burrata es más que eso, es un queso en sí mismo, no un subproducto.

Tienen en común que ambos son quesos frescos de origen italiano, la mozzarella de la región de Campania, y la burrata de la región de Apulia, pero se diferencian fundamentalmente en su textura, mucho más cremosa en el caso de la burrata, de hecho recibe ese nombre porque recuerda a la mantequilla (burrata en italiano) En cuanto a la presentación, la mozzarella puede tener forma rectangular, de trenza y más frecuentemente forma de bola o pequeños trozos redondos, mientras que la burrata tiene forma de saco pequeño. Hay más características que las diferencian pero cualquiera de estos quesos están riquísimos en ensaladas.

La mozzarella es más fácil de encontrar a la venta, en cualquier supermercado la tienen, la burrata en cambio cuesta más encontrarla, aunque Mercadona la tiene, si bien no la he comprado nunca allí y por tanto no puedo opinar sobre el producto.

Volviendo a lo que os comentaba, estas dos ensaladas, la caprese y esta,  están absolutamente deliciosas y en verano que duda cabe que las ensaladas apetecen más, por eso quería publicar la recetas en esta época del año, y como de momento estamos en verano, aunque aquí por el norte estos días llueva y haga fresquito, seguro que aun nos quedan días de sol y temperaturas agradables, así que os animo a que toméis nota y comprobéis por vosotros mismos lo que os digo.

Ingredientes por comensal:

-1 saquito de queso burrata
-3 ó 4 tomates secos en aceite de oliva
-rúcula
-1 puñadito de piñones
-aceite de oliva virgen extra (del mejor que encontréis)
-orégano seco
-tomillo seco
-sal en escamas (sal maldon)

Preparación:

Cubrimos el fondo del plato con la rúcula lavada y secada con un papel de cocina. Sobre ella, y alrededor del plato, colocamos 3 ó 4 tomates secos en aceite de oliva cortados por la mitad. En el centro del mismo colocamos el queso burrata cortado también por la mitad para que su interior cremoso quede al descubierto. Después esparcimos por arriba  unos piñones ligeramente tostados en la sartén, espolvoreamos un poco de orégano seco y de tomillo seco, y por último echamos la sal en escamas y regamos con un generoso chorro del mejor aceite de oliva que encontréis, y ya está lista para servir a la mesa.

Os aseguro que es una ensalada exquisita, y si bien la burrata y el aceite le aportan bastantes calorías,  y por tanto no es precisamente una opción ideal para personas que sigan una dieta hipocalórica, no pasa nada porque de vez en cuando uno se dé un capricho, y más si se trata de un plato de comida sana como es el caso.

Bueno, pues espero que os haya gustado mi propuesta de hoy.

Dentro de unos días volveré con una nueva receta. Hasta entonces solo me resta daros las gracias por seguirme y desearos una feliz semana.

Un abrazo

lunes, 17 de agosto de 2020

Tosta de sobrasada y huevo de codorniz


Aquí por el norte el tiempo cambió sustancialmente y estos días nos acompaña la lluvia, pero aunque la climatología se empeñe en indicar lo contrario, estamos en pleno agosto y eso es sinónimo de verano y  también de vacaciones, y pese a que para muchos este año con lo del covid estén siendo muy diferentes, aunque no podamos disfrutarlas tan intensamente como en años anteriores, en vacaciones toca descansar no pasarse horas entre fogones, y para eso la receta de hoy es de lo más apropiada, porque se prepara en apenas unos minutos y con una pieza de fruta o un yogur, de postre, a nosotros en casa nos pasa por una comida.

Os detallo a continuación los ingredientes:

-Pan artesano
-Huevos de codorniz
-Sobrasada

Preparación:

Estas tortas las prepararemos en el horno, para ello cortamos una rebanada de pan por comensal, de unos dos o tres centímetros de grosor.

Seguidamente untamos las rebanadas de  pan con una ligera capa de sobrasada, y después con una cuchara aplastamos un poco el pan en el centro  para formar una pequeña cavidad, y  cascamos en ella un huevo de codorniz. La razón de hacer esta pequeña cavidad es evitar que el huevo se desparrame al cascarlo.

A medida que vamos preparando las tostas, las vamos colocando en la bandeja del horno sobre papel sulfurizado, y horneamos con calor arriba y abajo, a 180º, hasta que el huevo de codorniz esté cuajado.
Después retiramos del horno, dejamos enfriar un poco, y ya están listas para degustar.

Ya veis que más fácil y más rápido imposible.

Con esto termino por hoy. En breve volveré con una nueva receta. Mientras os deseo que seáis muy felices.

Un abrazo

lunes, 3 de agosto de 2020

Ensalada Caprese


Un poco más tarde de lo previsto acudo a mi cita con vosotros, pues tenía pensado publicar la receta de hoy en el pasado mes de julio, pero últimamente el tiempo se me escurre entre las manos y no ha sido posible, de todos modos estamos en pleno verano, y es ahora cuando más apetecen las ensaladas, de modo que aun es a tiempo.

La ensalada que os propongo hoy tiene fama mundial, se denomina ensalada caprese, o simplemente caprese, y es de origen italiano, concretamente de la isla de Capri, isla italiana de gran interés turístico, localizada en el mar Tirreo, al sur del golfo de Nápoles.

La ensalada caprese constituye un bocado delicioso, pese a la simplicidad de su elaboración y a los escasos ingredientes que incorpora. A ello contribuye de manera fundamental la calidad de la materia prima, y también es primordial, a mi entender, que sabores tan sutiles y delicados como los de la mozzarella, el tomate y la albahaca, sus principales ingredientes, no se enmascaren con otras especies de sabor más pronunciado. Os comento esto porque aunque lo ideal como os decía es no agregar ingredientes que resten protagonismo al sabor auténtico y genuino de la caprese, existen variantes que emplean pimienta en grano molida. Hay también quien le añade en lugar de la pimienta una pizca de orégano seco como hice yo en esta ocasión. Si optáis por aliñarla con algo de pimienta u orégano que sea en una cantidad muy pequeña, solo por darle un toque, pero evitando lo que os acabo de comentar de  enmascarar u ocultar sabores.

Un consejo para disfrutar de una caprese deliciosa, además de que los ingredientes sean de la mejor calidad posible, es que esté fresquita a la hora de consumirla, y a la hora de degustarla el consejo es que empecéis por una hoja de albahaca, que la mordáis ligeramente y con calma para que el paladar se impregne de su delicado aroma, y luego continuar con una rodaja de mozzarella y otra de tomate, el cual si es ecológico y de nuestro propio huerto mucho mejor porque en esta época están en plena temporada y repletos de aroma.

Si os parece, entramos ya en materia y os detallo la lista de ingredientes (por persona):

-1 bola queso mozzarella (mejor de búfala)
-1 tomate (mejor ecológico)
-hojas de albahaca frescas
-sal en escamas (en su defecto sal gruesa)
-aceite de oliva virgen extra (el mejor que encontréis en el mercado)
-una pizca de orégano seco (opcional)
-una pizca de pimienta recién molida (opcional)

Preparación:
La elaboración es tan sencilla que solo con ver la foto de arriba sabréis cómo prepararla, pues tan solo se trata de ir alternando rodajas finas de tomate, rodajas de mozzarella del mismo grosor que las del tomate y hojas de albahaca. La mozzarella antes de cortarla en rodajas,  le escurrís bien el líquido, y la secáis con un papel de cocina

Después de montado el plato, le podéis añadir una pizca de pimienta recién molida o bien un poco de orégano seco. En mi caso en esta ocasión le espolvoreé por encima un poquito de orégano, pero tanto la pimienta como el orégano son opcionales, y en todo caso que sean en muy poca cantidad.
Seguidamente espolvoreamos por encima sal en escamas y luego regamos con un chorro generoso de un aceite de oliva de primera calidad.

Esta ensalada de origen italiano (si os fijáis lleva los colores de la bandera italiana: verde, blanco y rojo) se sirve como entrante o bien como un plato en sí misma, nunca como acompañamiento.

Para finalizar comentaros que en la lista de ingredientes os aconsejo la mozzarella de búfala, es un poquito más cara y no tan fácil de encontrar como la de vaca, pero no os preocupéis, la de vaca sirve perfectamente para elaborar esta receta. En cualquier caso en mercadona tenéis las dos a la venta, la de vaca y la de búfala.

Y con esto termino por hoy. Nos vemos en breve

Un abrazo