“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda...”
Así comienza la obra cumbre de la literatura hispana y una de las mejores obras literarias de la historia: El Quijote, de manera que en homenaje a su autor, el célebre Miguel de Cervantes, a la Mancha, y a sus gentes, os presento hoy la receta de los “duelos y quebrantos”, un plato típico de esa región, que ofrecen la mayoría de restaurantes de la zona y suelen servirlos en cazuela de barro.
Antes del Quijote no se había hecho alusión a esta preparación culinaria en ninguna obra literaria, pero sí con posterioridad. El origen de los duelos y quebrantos según algunas teorías está relacionado con la muerte repentina de un animal de labor de la época, como las vacas, el burro o el caballo, de modo que los labradores aprovechaban su carne preparando un guiso con ella, y el nombre procede del duelo y el quebranto que el labrador sufría durante su cocinado. En la actualidad los duelos y quebrantos no son sino un revuelto de huevo con chorizo y tocino.
Os dejo ya la receta, veréis que fácil es
Ingredientes (para 4 personas):
-2 chorizos
-400gr. de tocino entreverado curado
-8 huevos (mejor camperos)
-2 dientes de ajo
-aceite de oliva virgen extra
Preparación:
Ponemos una cazuela al fuego y cubrimos la superficie con aceite de oliva virgen extra (no demasiado porque luego el tocino suelta grasa), añadimos los dos ajos laminados y cuando empiecen a dorarse añadimos el tocino entreverado picado en dados pequeños.
A los pocos minutos, cuando el tocino haya soltado casi toda la grasa, añadimos los chorizos desmenuzados en pequeños trozos o bien cortados en rodajas muy finas.
Rehogamos todo junto durante unos minutos más y a continuación añadimos los huevos previamente batidos y vamos removiendo hasta que el huevo cuaje, cuidando que quede jugoso, no esperar demasiado tiempo porque sino quedaría muy seco. Por último comprobamos cómo está de sal y rectificamos si fuera necesario, y ya está listo para servir.
Como veis es un plato humilde, fácil de preparar y está riquísimo. No se puede abusar porque es muy calórico, pero de vez en cuando no hace daño darse un capricho.
Espero que os haya gustado. Un saludo.